Querido Dios,
Sí, soy yo otra vez... ha pasado un tiempo desde la última vez que te escribí... Sabes cuán enojado, y frustrado estaba; estaba fragmentado... la última vez que te escribí afuera estaba nevando, pero hoy es un día caliente y soleado... sé que debido a que estaba herido he sido irrespetuoso contigo y con quienes me rodean pero no es razón suficiente para desquitarme contigo y con el resto de las personas. Siento mucho mi actitud. Yo soy el dueño de mi destino, yo decido lo que sucede en mi vida... ¿te preguntas porqué de pronto me siento tan compungido? Sé que lo sabes, pero déjame decirte: Extraño a Candy, extraño conversar contigo y decirte sobre mi vida.
Aquí va. Le he estado dando vueltas al asunto, he estado bebiendo hasta embriagarme y finalmente terminé en Chicago, en la ciudad en que ella vive. Pero todavía me sentía acobardado y no pude enfrentarla... me encontrada en un bar local bebiendo desde el anochecer hasta el amanecer hasta el día en que Albert me encontró... intenté ignorarlo, pero haber citado las líneas de Shakespeare no fue un buen disfraz. Traté de pelear con él, pero estaba demasiado borracho y había perdido mi toque, así que él me propinó un para de buenos golpes, por lo menos eso creo. Yo era un desastre... Albert me instó para que decidiera salir adelante y ser fuerte. Le dije que no había visto a Candy todavía; él me llevó a verla en la distancia; la miré mientras cuidaba de unos niños en una pequeña clínica llamada "Happy Clinic." Se veía tan linda, tan llena de control. Albert me dijo que perdió su trabajo en el hospital, pero que eso no la detuvo, buscó otras oportunidades a pesar de que la obstaculizaron para que encontrara alguna... esa es mi pecosa, siempre tan valiente... se suponía que yo cuidaría de Susana y no pude hacer esa simple cosa. Ella continuaba en pie, no permitía que nuestra separación la hiciera pedazos como sucedió conmigo y aún no lo supero. Recuerdo nuestra despedida una y otra vez, en cada ocasión siento como si clavaran filosas navajas en mi corazón. Ella prometió que sería feliz... ella cumplió su parte del trato, ella era feliz sin mí, no estaba estancada en nuestra separación... pero ¿había yo estado equivocado todo este tiempo? ¿me amó tanto como yo la amé? Se veía tan dueña de sí misma... siempre ha sido la más fuerte entre los dos... Mi pecosa no vagabundeaba, sollozando por sentimientos de lástima hacia ella misma; ella seguía adelante y trabajaba, controlaba su vida, tenía una carrera, mientras que yo estaba desperdiciando mi talento, ¡emborrachándome y citando Shakespeare para un montón de borrachos perdedores! Me sentí tan débil tan estúpido. Decidí volver a Nueva York y retomar mi vida, disculparme... regresar a los escenarios y cuidar de Susana... sin hablar con Candy. Ella nunca sabría que estuve ahí... aún cuando requirió todo mi esfuerzo marcharme sin hablarle, no deseaba reabrir viejas heridas, sabía que eso era lo correcto. Primero tengo que limpiar mi comportamiento...
Esto era por lo que estaba enojado contigo, Dios... me disculpo por todo lo que te dije cuando estuve perdido, enojado y amargado... tú me conoces mejor de lo que yo mismo me conozco y sé que tienes un plan maravilloso para mí, para cada uno de nosotros; por lo que decido estar sobrio y poner mi vida nuevamente en tus manos... sí, es la verdad, solo verla, me hizo querer regresar y volver a mis responsabilidades... Ella tiene ese efecto en mí ¿no es maravillosa, Dios? No diré nada más. Tú sabes cuán buena es ella para mí y ahora confío en que tú arreglarás las cosas. La situación aún es la misma, pero ahora que finalmente me he tranquilizado, pongo todo de regreso en tus manos confiando en que lo arreglarás por mí.
Iré a dormir, al despertar, estaré en Nueva York para empezar mi cruzada de disculpas...

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Querido Dios
RomanceEntremos a la mente de Terry. Este es el Diario personal de Terry, que yo escribí con mi amiga mrscage.