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Llego a casa aun con las piernas temblándome y con el corazón palpitándome rápidamente. Veo mi reflejo en una de las ventanas y veo que, evidentemente, sigo roja como tomate. Camino hacia el baño y me mojo la cara una y otra vez para hacerme volver a la realidad.

La realidad....

Donde nunca más volveré a ver a ese chico. Donde nunca más volveré a ver sus oscuros y burlones ojos. Donde no volveré a obtener un guiño de él.

Suspiro. Realmente perdí la cabeza. No debería de sentirme decepcionada por no volver a verlo. Es más... debería sentir alivio. ¡Sí! Alivio porque no volveré a pasar una vergüenza como la de hoy frente a un chico, que realmente, estaba muy guapo.

Camino hacia mi habitación y me tiro a mi cama. Mis parpados empiezan a cerrarse a pesar de lo temprano que aún es. Trato de mantenerlos abiertos, pero evidentemente mi mente quiere un descanso inmediato por las vergüenzas que pase hoy.

Y sin más dejo que el sueño llegue a mí.

Y sin más dejo que el sueño llegue a mí

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El Chico del AutobusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora