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¡Que tonta he sido!

Tenía la ridícula y la estúpida esperanza que te aparecieras en mi ventana, para darme esa explicación que no quise escuchar en el parque. Pero sinceramente deje de esperarte cuando había pasado una semana y tú no te habías dignado a aparecer. Tal vez nunca me amaste como me decías, solo jugaste conmigo.

¡Maldita sea, en verdad quiero odiarte!... pero no puedo.

Yo deje un amor seguro por ti, y tú me dejaste por una rubia que ni idea quien es. Pero realmente no la odio a ella. Creo que siento lástima, porque la pobre aún no sabe que estuviste jugando con ambas. Pensé que no eras un idiota más que solo busca sexo... pero veo que me equivoque. Cuan equivocada estaba.

Pero ya no más. Ya no volvería a creer en las palabras de un hombre.


El Chico del AutobusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora