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Tus manos bajaban y subían por mi cuerpo. Tocando todo a su paso, tus labios bajaban desde el lóbulo de mi oreja hasta mi cuello.

Suspiros y jadeos era lo único que salía de mis labios. Él sabía perfectamente donde tocarme, como provocarme. Mis manos subían tímidamente por su espalda, sintiendo su suave piel en mis manos, sintiendo como su piel emanaba calor, todo él lo hacía.

No había vergüenza, no había límites. Solamente éramos tú y yo, uniéndonos en uno solo.

Me aferre a su espalda, clavando mis uñas en ella. Tratando de aliviar un poco el ardor en mí entrepierna. Besaste mis labios, cuello, mejillas, tratando de aliviarlo.

Tu cuerpo era mi nueva perdición. Ya no importaba el dolor de mi primera vez, solo me importabas tú y todo el placer que generabas en mi cuerpo con tus movimientos rápidos y certeros. Perdiéndome en el placer, dejándome llevar susurre tu nombre.

"Ryan"

El Chico del AutobusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora