Abrí los ojos pesadamente, dándome cuenta que estaba recostada en una camilla. Entre en pánico al darme cuenta que estaba en un hospital y que varios tubos estaban conectados a mi cuerpo. Una de las maquinas que estaba conectadas a mí, empezó a hacer un agudo y desesperante sonido cuando me lo quite.
Una enfermera entro corriendo a la habitación, seguida por mis padres. Ella me tomo de los hombros tratando de tranquilizarme.
-Nena tranquila – mi padre acaricio suavemente mi cabeza – todo estará bien. Tú estarás bien.
-¿Qué... que hago aquí? – cuando hable sentí como toda mi garganta clamaba por algo de agua para humedecerla.
-Estas aquí por idiota – refunfuño mi madre.
-Te encontraron desmayada en medio de la calle, a dos cuadras de nuestra casa – dijo mi padre, ignorando a la molesta de mi madre – un desconocido te trajo aquí. Al parecer la falta de comida, tu sobreesfuerzo y la tremenda empapada que te diste lo provoco.
Pequeños fragmentos empezaron a llegar a mi mente, causándome una molestia más. Yo buscando a Ryan, yo llorando por él, yo caminando bajo la lluvia, un... desconocido... sosteniéndome.
-¿Quién... quien fue el que me trajo? – pregunte con dificultad.
-No lo sabemos – contesto la enfermera, chequeándome – pero fui muy bueno y generoso al hacerlo.
-¿Ya se fue... el desconocido?
-No lo sé, te vimos tan pálida que nos preocupamos por ti. ¿Por qué lo conoces?
Negué.
-Quiero estar sola – mencione después de unos minutos. Con tan solo su presencia me molestaban, solo quería saber una cosa. ¿Quién era ese desconocido? ¿Era Ryan?
Mis padres y la enfermera salieron de la habitación, cumpliendo mi petición. Lleve mi brazo sobre mis ojos y suspire tratando de no llorar nuevamente. Fui totalmente inútil, ya que mi cuerpo se sacudió y las lágrimas volvieron a salir.
-Eres una tonta
Levante la cabeza tratando de ver al dueño de esa voz. Mis ojos se abrieron como platos y más lágrimas salieron, trate de secarlas pero era imposible.
-Ryan – solloce.
-¿Es todo lo que dirás? ¿Ryan? – Negó molesto – te encontré casi muerta en la calle, casi era la madrugada, estabas empapada y murmurabas cosas incoherentes. ¡¿Qué mierda estabas haciendo ahí?!
-¡Te amo! – grite.
- Peach – su rostro se suavizo y suspiro pesadamente - ¿Qué hacías ahí?
Volví a sollozar. Él era el desconocido, él me había traído aquí, él estaba justo enfrente de mí. Ryan, mi chico del autobús. Tal vez no todo estaba perdido. El camino hacia mi camilla y se sentó a la orilla de esta.
Beso suavemente mi frente y después paso sus pulgares por mis mejillas secando mis lágrimas.
-Te espere... – trago pesadamente – y nunca llegaste. ¿Por qué? Al menos esperaba que me dijeras te odio a la cara, pero que no me dejaras ahí como idiota esperándote. Y después voy a tu casa y... tampoco estas. Pensé que simplemente ya todo estaba perdido. Nunca deje de culparme por todo, y nunca dejare de hacerlo. Porque sé que estás en tu derecho de dejarme.
Tome sus mejillas entre mis manos y plante un suave beso sobre sus labios. Me separe unos centímetros, pero él nuevamente me jalo y junto nuestros labios. Miles de emociones se dispararon nuevamente. Sensaciones que solo él me provocaba. Me queje sobre sus labios, al sentir como una nueva punzada de dolor sacudía mi cuerpo.
-Lo siento – susurro contra mis labios.
-Nunca quise dejarte ahí plantado, yo... yo salí a buscarte y...
-Ssshh – acaricio mis mejillas con sus pulgares – ya nada de eso importa si te quedas a mi lado.
-Te amo – lo abrace fuertemente.
-También te amo, Dulce Cafeína.
**FIN**
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El Chico del Autobus
Short StoryMierda Mis piernas se quedan paralizadas, mi corazón palpita rápidamente y en mi estómago siento un gran vacío y a la vez un gran revoloteo al ver a ese chico sentado junto a la ventana. ¡Es tan Sexy! Que quisiera pasar mi manos por su oscuro cabel...