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Las mariposas dormidas despertaron y empezaron a revolotear por todo mi estómago. Mi respiración se volvió agitada y dentro de mí me estaba debatiendo entre sentarme en el único asiento o quedarme parada.

Con un gran suspiro y el corazón a punto de salirse de mi pecho me senté a la par de él.

Al sentarme note algo extraño en él; ¡No llevaba audífonos! ¡Ni su típico gorro! Iba con un libro en las manos, parecía ser parte de una asignatura. Me incline un poco más para tratar de descifrar que era lo que leía. Él levantó la vista de su libro y me dedico una oscura mirada, con una de sus cejas levantadas levemente. ¡Mierda! Su cabello estaba peinado hacia arriba con las puntas hacia diferentes lados. Su cabello era tan oscuro como su mirada y se miraba tan sedoso.

Era tan malditamente sexy.

-¿Quieres leer? - preguntó con una sonrisa burlona plasmada en el rostro, me extendió el libro. Y ahí estaba yo debatiéndome si en hablarle o echarme para atrás.

Abrí la boca para tratar de decir algo, pero simplemente las palabras se habían ido corriendo al tener a un dios extremadamente sexy delante de mí. Cobardes.

-N-no gracias - tartamudee. Voltee el rostro hacia otro lado avergonzada.

-¿Segura? - preguntó - Porque te mirabas más interesada en el libro que yo. Al parecer te gusta la mitología griega - se quedó callado esperando a que quizás abriera la boca y hablará, pero al no tener respuesta continuó - porque la verdad solo leo este libro para pasar historia.

-No me gusta para serte sincera - conteste, dirigiéndole la mirada a él, nos mirábamos fijamente, sus oscuros ojos penetraban los míos, como tratando de ver a través de mi alma.

-Soy Ryan - habló después de unos largos minutos. Levantó una ceja esperando alguna respuesta, ¿Quizá mi nombre?

-Soy Peach - contesté sonrojándome.

-Peach - repitió. Como saboreando mi nombre - lindo nombre - no podía decir nada más. Mi vista estaba plantada en sus labios, observando detenidamente como se movían al pronunciar mi nombre - Peach, lamento informarte que tu parada se acerca.

Levanté la mirada y tenía razón, mi tiempo con él se había acabado, mi parada había llegado. Me levanté con desgano, acercándome a la puerta para bajar. Antes de hacerlo voltee a verlo. Y ahí estaba con una sonrisa coqueta en sus labios, moviéndolos para formar un "Hasta pronto".


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El Chico del AutobusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora