Abrí los ojos muy dificultosamente ya que tenía un dolor muy severo en la parte izquierda de mi cara. Estaba como en una sala rústica, habían guardias vigilandome por todas partes con una barba larga los de atrás y los de adelante un poco más decente ya que tenían cabello pero tenían rapada la parte de la derecha con unos raros tatuajes, de los mismos que vi en la insignia de espirales con la flecha que apuntaba hacia arriba. Intente hablar pero me di cuenta que tenía un pedazo de tela que pasaba por toda mi boca hasta la parte de atrás de mi cabeza.
-¡Ayuda!- empecé a gritar y los guardias se voltearon para mirarme al darse cuenta que había despertado.
Me costo demasiado decir esa palabra para que no me hicieran caso. Uno de los guardias que tenían rapado en la cabeza salió supongo que a avisar que había despertado. Vi que estaba sentada en una silla de madera áspera, mire a todas partes haciendo la que no entendía para buscar algo para aventarle a los hombres recordando lo que me había dicho Bárbara. Vi solo una cuchara y una lata más unos asientos que estaban seguramente si los guardias se cansaban. Me concentré en la cuchara y me di vuelta con la silla para controlarla mejor, los guardias no hicieron nada ya que yo no hice nada. La cuchara se empezó a mover en el aire y los guardias quedaban hipnotizados a ese movimiento circular de la cuchara, hice flotar la lata y metí la cuchara dentro de ella y se quedaban aun más impresionados, aproveche de mirar fijamente las sillas y cuando estaban en el aire estaba apunto de golpear las cabezas de cada uno si no es porque alguien dice mi nombre. Me doy vuelta muy raramente con la silla y lo quede mirando, me vino una vibra que era G. Hodgson. Quién me mando la carta.
-Por fin despertaste.- prosigue después de decir mi nombre G. Hodgson. No le pensé contestar - ¿Te sientes bien?- yo lo quedo observando y bajo la mirada para indicarle que aun tengo la venda en la boca. Hodgson le hace a la seña del hombre de larga barba para que me la saque y lo hace.
Antes de contestar le escupo a las botas de Hodgson. Y el suelta una risa leve.
-¿De qué te ríes, imbécil? ¿Crees que estar amarrada en una silla con un pedazo inmundo de tela en la boca es gracioso?- el se queda serio - ¿Cuánto tiempo estoy aquí?.
-Desde hace dos días, la intendente de los Rebelle vino a buscarte y le pedí a uno de los guardias que le dijera que tu no estas aquí, tengo cosas que conversar.- lo quede observando a lo que le hice sentir incómodo, no tenía ninguna intención de hacerle sentir daño ni hablarle por la mente o mover cosas para darle miedo.
ESTÁS LEYENDO
Lucy: Empatía es venganza.
ActionHasta en el fin del mundo... Ella es la esperanza. ... ¡PAUSADA HASTA NUEVO AVISO!