Capítulo 25.

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Narrador Michelle Thompson

Al llegar a la ciudad de noche las luces de los focos se prenden automáticamente y se ve el desastre que hay en todo el lugar, cadáveres, huesos, gentes gritando en las casas promulgando su muerte. Quentin, sin más no poder, se sienta entre unas rocas suspirando y dándole un descanso a sus dolorosos pies. Todos se sientan imitando aquella acción.

-Tengo demasiada sed.- dice Gerson, entre suspiros.

-Falta poco para llegar, el siberiano sigue con energía y sé que si nos detuvimos el se va a perder.- dije una excusa y ninguno me toma en cuenta, solo se tiran y cerraron los ojos para hacer reaccionar sus pies - ¡Lucy tal vez esté en peligro y ustedes no hacen nada! ¡Absolutamente nada! - grite.

-¡¿Qué quieres que hagamos, Michelle?! ¡¿Qué zorra quieres que hagamos?! ¡Estamos siguiendo a un maldito perro que estoy más que seguro que esta buscando comida!- grita Adam - ¡Confías en un maldito perro que lo conoces hace un par de horas y no confías en nosotros!

-¡¡En todo caso confío más en un perro que en humanos bastardos como ustedes!!- le grité y todos se quedaron callados con mi suprema respuesta.- Si ustedes no hacen nada y no se preocupan por Lucy esta bien, nadie les obliga, quedó rastro de nuestros zapatos así que pueden ir y caminar e irse donde merecen pero yo seguiré buscando a Lucy que aunque no lo crean es nuestra esperanza para matar a los Government Gold.

-¡Por más que haya sido nuestra esperanza nos traiciono!- Adam sigue con la discusión.

-Paren, en verdad.- interrumpe Gerson, con una voz muy calmada.

-Yo voy a seguir hasta que este se de cuenta que nosotros la traicionamos - Adam levanta una ceja -. Ahora que lo pienso bien ella nunca dijo que iba a hacer de los Rebelle, solo dijo que iba a estar con quien le convenía para hacer la venganza.- el no responde - ¿Te callaste? - me quedó mirando - por fin.

Me senté en el suelo y cuando quise comer algo vi en la mochila cuatro botellas con agua, conté cuantos eramos y somos siete, los quedé observando con las botellas escondidas, cerré la mochila y me fui a otro lugar hasta perder de vista a ellos, me escondí detrás de una casa completamente quemada y vi a todas partes, saqué una botella y bebí y atrás de mí estaba Gerson que me da un susto.

-Que maldito eres, mi corazón salto.- le dije, susurrando para que no me escucharán.

-Lo sé - el me saca la botella de la mano y sin limpiarla bebe un poco -, soy un infierno para algunos.

Mire a todas partes otra vez y viendo como caía la lluvia, pero no de la manera que es cuando aparece Sarah. 

Le dije:

-Es raro que hayan personas observándonos o espías, que nos miren que estamos en guerra y ni se inmutan para salvarse. Es como que ellos les da lo mismo.- lo quedé mirando al terminar de decir eso.

-Buen punto, rubia.- veo que esta anocheciendo - sera una noche lluviosa.- se cruza de brazos y mira el cielo.- Lucy me dijo que seguramente nosotros eramos solo una estrella más y que... las demás estrellas son solo... mundos igual que nosotros.

-Con todas las cosas que están pasando tal vez sea real esa teoría.- suspire y también quede mirando el espacio -, una de las cosas que me ha enseñado Lucy es que uno se puede levantar sin ayuda y aun así mantenerse en pie.

-Sin caídas no hay caminos.- me responde el y yo cierro la boca, mirando una infinidad de estrellas que hay encima nuestro como una tela azul y puntos blancos o amarillos.- ¿Nos quedamos aquí bajo las estrellas un rato?

-Entras en confianza rápido en todo caso.- le respondí cambiando el tema y el se ríe - está bien, quedémonos aquí.

Narrador Adam McCready

Lucy: Empatía es venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora