Pagina Catorce

83 18 0
                                    

Querida Casie:

Mi pelo estaba cayendo. Cayendo mucho.
Había encontrado una calva en mi nuca. Una zona redonda sin un solo pelo. Del tamaño de mi puño.
Había perdido cuatro kilos, sin dietas, ni nada.
Vomitaba a veces, sin provocarlo.
Mis uñas se rompían.

Mi cuerpo estaba gritando. Yo estaba callada, pero mi cuerpo no podía soportarlo más.

Tenía efectos psicosomáticos por causa de mi, sí, depresión.

La tristeza había calado en mis huesos y atrofiado mi cuerpo. Así de serio era el tema.

Nadie lo sabia. Yo lo sabia. Era lo bastante lista como para entenderlo.

Tenia depresión, y mi cuerpo se rompía.

Se suponía que tenía que decirlo, pero no me importaba. No me importaba nada.
Quedarme calva, ser un hueso, no tener uñas, vomitar. No me importaba. El mundo podía caerse, pero no importaba.

No sentía nada. Nada. Mis emociones se habían perdido en algún lugar. Yo, me había perdido en algún lugar. La tristeza me había quitado algo, algo importante. Mis sentimientos habían tomado una distancia conmigo, y ya no los sentía como míos. Como si fueran de otra persona. Y no me importaba.

Solo quería morir. Acabar de una vez.

Con un coma me conformaba. Que pudiera soñar en un coma profundo. Que viera a mis personajes de libros. Y ya.

De todas formas, nadie querría escuchar. Como Will. A Nadie le importaría. ¿Por qué lo haría? Nadie me quería. A nadie le interesaba. No quería consuelo. Yo lo merecía. Merecía esto. Era algo malo y asqueroso. Y merecía esto.

Tenia que seguir pensando así. Seria más fácil.
No podía tener esperanzas de ser algo mejor, solo un poco mejor. No podía gustarme en el espejo. No podía quererme. Porque pronto el mundo volvería a maltratarme y todo caería y seria más difícil.

Sin expectativas no hay derrotas.
Algo como yo no merecía más.
Este era mi lugar.

La tristeza.

Querida CasieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora