Querida Casie:
Habíamos vuelto a Seattle.
He llorado durante todo el vuelo.
He maldecido el avión. Deseaba que se estrellará. Que se cayera. Que me matará. Que no llegará a Seattle.Mis oraciones no fueron escuchadas: el avión aterrizo, y yo pise tierra. Aquella cuidad que odiaba por encima de todo. A las personas que la habitaban.
Cuando vi a mis abuelos y tíos esperando en el aeropuerto, me enfade.
Yo había dejado de tener familia. Ellos ya no significaban nada para mí. ¿Que esperaban? ¿Abrazos y besos? ¿Anécdotas?
Y una mierda.
Había dormido en un sofá enano. Había llorado una noche entera muerta de frío metida en un coche mientras diluviaba. Había confiado en ellos mi vida, mi corazón, y ellos lo habían pisado.
Me querían a medias, a ratos. Y yo no quería su amor.
No los abrace. Mi madre me lanzó miradas fulminantes, pero yo solo les salude fríamente.
Me habían fallado, y yo había dejado de quererlos. Habían roto mi corazón. Y yo nunca los perdonaría. Nunca perdonaría a nadie.