Querida Casie:
Mis padres me han propuesto ir al psicólogo.
El uno de enero. Después de comer. Intentaban parecer desenfados.
Mamá dice que no estoy bien. Esta preocupada. Cada vez más. Ha intentado darme espacio, pero cree que ya es suficiente.
Nueve meses meses. Nueve meses de pura amargura. Y ella se atreve a decirlo ahora.
Tenia miedo de mi reacción.
Antes solía ser muy volátil. La cortaba a mitad de la frase. Solo la hablaba para discutir. Era una mala hija.
Ahora la hablo bien de nuevo. Nunca le levanto la voz. Le sonrió y le hago reír. Reímos juntas. Vemos los mismos programas y hablamos de chicos guapos.
Desde que soy infeliz he descubierto el valor de las sonrisas. De como nos pueden alegrar un día de mierda.
He decidido regalarlas. Algún día, harán feliz alguien. Estoy segura de ello.
La tristeza me ha hecho apreciar lo que es realmente importante.
Vuelvo a tener buena relación con mi padre. Incluso mejor de la que teníamos antes.
Todavía me enfada a veces. Pero no me importa. Le quiero.
Les conté todo. Lloré.
Vi el odio en sus ojos por aquellas chicas. Las odiaban.
Les prometí que este año sería diferente. Que saldría de mi jaula. Se lo prometí. Y voy a intentarlo. Voy a intentar ser feliz de nuevo.
