Pagina Cuarenta y ocho

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Querida Casie:

Mi madre me ha sentado en el sofá. Muy sería. Muy recta.

—Los abuelos van a venir. —a dicho sin más.

Mi primer reacción ha sido gritar un no. Y lo he hecho. Fuerte. ¡No! Esos traidores no. Dejaron que toda mi confianza en ellos se muriera.

Mi madre ha dicho que ya es suficiente. Que ha pasado un año.

Dice que no han parado de llamar. Que se sienten arrepentidos. Que lo sienten de verdad. Que quieren saber los detalles del divorcio.

De nuevo, he querido meterles las disculpas por su viejo y arrugado culo.

... Pero otra revelación me ha golpeado.

Recuerdo a aquella niña con sobre peso y piel oscura que me hablo. Vino con toda su buena fe. Quería hacer una amiga. Y yo la rechace de mala manera. Fui mala.

No existe día que no lamente eso. Ninguno. No hay momento en que no quiera cambiar aquellas palabras por otras más amables.

Fui mala ayer.

Mis abuelos también fueron malos aquella noche de lluvia. Lo fueron.

Yo estaba arrepentida. Me sentiría dichosa si aquella niña me perdonará.

Y estaba segura de que mis abuelos también se sentían así.

El arrepentimiento existe. Es real. Nunca ignores una disculpa. Las personas se arrepienten, y merecen el perdón más sincero y sin fisuras.

Todos lo merecemos en algún momento. Todos herimos y nos arrepentimos. Todos tenemos fallos.

Así que me calme. Deje de gritar, y respire hondo.

Dije que sí. Que estaba bien. Que podían venir.

Mi madre me miro, con una media sonrisa, y sé que entendió todo.

Mis abuelos vinieron. Nos besaron. A mi madre, a Will, y a mí. Nos dieron caramelos. Se disculparon muchas veces. Y deje de estar enfadada con ellos.

Querida CasieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora