Pagina Diecinueve

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Querida Casie:

Ahora soy miope.

Leer me a hecho perder un montón de visión.

Cinco dioptrías en cada ojo. Solo veo borrones y bultos. Colores, también.

Mi madre está tan enfadada que asusta. Quiere quitarme los libros. Dice que me están enfermando.

Ilusa.

Ya estoy enferma. Hace mucho que lo estoy.

Los libros son los únicos que evitan que me tire por la ventana.

Me a hecho llorar. No me entiende. Por mucho que le diga, por mucho que le explique, nunca entenderá mi dolor. Amo los libros. Los amo infinitamente. No puede quitarme los libros.

Me ha dicho que está preocupada. Dice que no sabe que me pasa. Que no entiende porque he cambiado tanto.

Y yo quiero decirle, quiero destilar mi alma herida. Pero me callo. Me callo, me callo hasta la muerte.

—Estoy bien. Solo estoy cansada. —le digo.— Los exámenes son muy duros.

Ella no parece muy convencida, pero da espacio.

No quiero que me de espacio.
Necesito que me mire, y me diga;

—No, Casie. No estas bien.

Necesito que me lo diga. Que me abrace, y que mi interior se derrame en sus brazos y que toda la porquería que guardo dentro salga. Necesito un hombro donde llorar. Llorar mucho. Tantísimo. Tanto que quizás no deje de hacerlo nunca. Llorar. Dejarlo ir. Soltar mi cruz. Mi tortura.

Pero me callo, y leo libros. Escuchó musica. Subo el volumen cuando mis padres discuten, o cuando tengo malos recuerdos.

Y solo quiero que alguien me mire, y vea mi dolor. Que me vea. Que me ayude. Porque estoy muy cansada.

Querida CasieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora