CAPÍTULO # 27

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–Nathaniel, ¿donde estas?.–mi voz temblaba.– ¿Nath?

Un crujido se escucho en una esquina de la habitación y después un relámpago me hizo gritar por la impresión.

–Joder,  ¿dónde estas Nath?...– camine sin saber en cual dirección iba.– Nath.– susurré.

Camine un poco más hasta que sentí una respiración detrás de mi.

–¡¡Ahh!!.– le pegue un puñetazo a lo que fuera que estaba detrás de mi.

–Mierda.– lo escuche quejarse.

–¿Nathaniel?

–Por dios, ¿que sucede contigo y por que gritas tanto? Creí que no le temias a la oscuridad.–Dijo Nathaniel.

–Estas loco. ¿como me dices eso? Has desaparecido cuando se escucho ese extraño ruido.– suspire pesada.– a todo esto ¿que fue lo que provoco que callera eso?

–Oh, fue un gato.

–¿Un gato? Pero si te comportaste como si algún ladrón estuviera cerca.– lo regañe.

–Ah, eso. Lo siento pero, me gustan los gatos.– acerco una pequeña bola de pelos a mi.

–N.. No te acerques Nathaniel.– lo escuche reír.

–¿Le temes a los gatitos?
Eso no lo esperaba.

–No les temo.– susurré.– Yo solo...  Nathaniel alejar lo de mi. Por favor.– suplique al caer en la cama.

–¿Que cosa?

–Por favor.– volví a decirle.

Nathaniel se alejo de mi y abrió la ventana para dejar salir al gato.

–Eres una nenita.–se sentó a mi lado.

–¿Una qué?

–Nenita.– repitió.

–No lo soy y lo sabes.

–Te extrañe.– dijo serio de un momento a otro.

–¿Por qué lo dices tan de repente?.– mis mejillas ardían.

–Porque es la verdad. Jamas creí que me harías tanta falta.– me acerque a él.

–Todo esta bien ¿si?.– tome su rostro en mis manos.– yo también te extrañe.

Lo abrace fuerte y cuando nos alejamos bese sus labios tiernamente.

Cada beso es cruelmente interrumpido y esta vez no fue la excepción ya que un relámpago me obligo a saltar completamente a la cama.

–¿Segura que puedes dormir tu sola aquí?.– dijo entre divertido y preocupado Nath.

–¿Ssi?.– por mas que desee que sonara segura, soné algo dudosa. Mejor dicho muy dudosa.

–Claro. Pues a dormir se ha dicho.– se puso de pie.

–Ah... Nath.

–¿Si?.– estaba a punto de decirle que se quedara.

–Descansa.– termine diciendo y me arrepentí al instante.

–También descansa nena.– en ese momento otro estruendo se hizo presente.

Salí rápidamente de la cama y abrace a Nath por la espalda.

–Riley.– dijo sorprendido.

–No te vayas.– mi voz temblaba.– por favor.– me sentía estúpida y vulnerable.

ENFERMA DE VENGANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora