Parte 11

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Sofía empezaba a disfrutar de su vida junto a Sebastián, aun con todas las restricciones que ella aportaba a la relación, él nunca se quejaba de que ella todas las tardes saliera corriendo o de que algunos fines de semana ni si quiera se vieran, llevaban 3 meses juntos y todo parecía tan perfecto, a nadie le habían contado que ellos estaban juntos, sin embargo y aunque ella no quisiera aceptarlo, algunas veces escuchaba una vocecilla que le decía que en cuanto él se cansara de ella, la votaría igual que hacía con todas, nunca le había dicho que la quería o algo parecido a eso, escondía lo que tenían y además tampoco le daba ningún nombre a esa relación, pero eso a ella no le importaba, estaba dispuesta a vivir a su lado cada minuto que pudiera y aunque, sabía de sobra que el día que Sebastián se cansara de ella, ese día ella lloraría, ni siquiera pensaba en ello, por primera vez en mucho tiempo, tenía motivos para sonreír y eso lo valía todo.

Sabía que si para él, no significaba ningún problema, su situación y lo poco que podían compartir debido a sus horarios era porque para él, era pasajero y tomaba de ella lo que quería.

Desde aquella fiesta Marcela sacaba miles de pretextos y escusas para tener que ir a la facultad de su hermano, así que todos se encontraban con mucha frecuencia en la cafetería, en los pasillos, en los lugares abiertos y en cualquier parte. Estos encuentros le comprobaban a Sofía que Sebastián no buscaba nada más que lo que ya tenía con ella, siempre la miraba con indiferencia, cuando todos estaban juntos, para ella, estaba muy claro que él, no tenía intención de que lo que entre ellos había, se conociera, aunque le dolía, nunca le dijo nada, ella entendía y tenía muy clara cuál era su posición y el papel que jugaba en todo en eso que ella misma acepto estar.

Los cumpleaños de su amiga Marcela serían el próximo fin de semana y sus padres le organizaron un almuerzo para que compartiera con algunas personas, en las que ella estaba incluida.

- Sofí tienes que venir el sábado a mi casa, no puedes decir que no – dijo Marcela -  es mi cumpleaños y quiero que estés allá-

- Si claro que sí, iré te lo aseguro que sí.

Marcela era su amiga y no podía hacerle el desplante de no ir a su cumpleaños, así que después de mucho pensarlo, habló con su madre sobre la invitación y rogo por su aprobación.

- Y quien es esa – pregunto su madre-

- Es mi compañera de la universidad, con quien hago mis trabajos y con quien comparto.

- Y porque te invitan? – dijo mostrándose sorprendida-

- Pues porque...

- No será una reunión de esas donde todos van a emborracharse y quien sabe que más.

- No, es en casa de sus padres, es un almuerzo.

- Seguro no saben de lo mala compañía que eres – negó con su cabeza desaprobándola-

- Mamá en verdad que quiero ir, Marcela es mi amiga.

- Amiga ni que amigas, ya veremos

- No, mama no, yo voy a ir, porque quiero hacerlo.

- Que? Ahora es que te mandas sola? – resoplo su madre con disgusto-

- No, pero no creo que a los 20 años tenga que pedir permiso para ir a almorzar

- Sí, sí que tienes, si no te gusta como son las cosas, las puertas de la casa están abiertas, ya te lo he dicho muchas veces.

- Mamá por favor no discutamos por todo, solo te pido que me dejes ir a los cumpleaños de mi amiga, es un almuerzo, llegare temprano te lo prometo.

Como si fuera fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora