Como si fuera fácil.

Parte 33

Las clases empezaron y ellos dedicaban el tiempo a sus estudios y el tiempo que tenían libre lo pasan juntos, con el pasar de los días, su amistad se hizo cada vez más fuerte, haberse conocido había salvado la vida de juntos, a nadie le contaban que estaban casados y trataban de vivir sus vidas de la manera más normal.

Mientras Manuel salía con frecuencia y disfrutaba de conocer personas nuevas, ella prefería la tranquilidad del apartamento y de sus lecturas, aunque a veces no lograba evadir a Manuel y terminaban juntos en algún bar cercano tomando una cerveza o una copa de vino.

Volvió a dejar su pelo al natural, libre de tintes y no lo volvió a tener tan corto, su apariencia física mejoro en un 100%, se alimentaba bien, porque para eso tenía a Manuel, que la obligaba a comer y también a ejercitarse, solían salir a correr por las calles de la ciudad, llevaba una vida tranquila y eso lo reflejaba su piel y su rostro. Su vida cambiaba al lado de su amigo, aunque ella no dejaba de pensar en Miguel y quizás por eso, prefería no salir del apartamento.

En las noches los fantasmas regresaban y perturbaban sus sueños con esas pesadillas que no lograba apartar de ella, todos sus miedos y tristezas se mezclaban y le resultaba imposible dormir una noche completa.

Su recuerdo se mantenía intacto, era lo único que no había cambiado y que jamás lo haría, Sebastián seguía viviendo en ella, con frecuencia se sentaba en la terraza de la sala y observaba desde allí la tarde caer; en ese corto espacio de tiempo, él siempre estaba a su lado.

Con el pasar de los meses, como era natural algunos de sus compañeros, la invitaban a salir, pero ella nunca volvió a pensar en tener ningún tipo de relación con ningún hombre, en ella habían muchas heridas que aun sangraban, no conseguía olvidar a Miguel y las veces que a la fuerza la tomo, el tiempo había pasado, pero para ella todo estaba tan vivo como el primer día, era imposible superarlo, sentía miedo de que cualquiera tratara de acercarse demasiado a ella, de inmediato sus miedos afloraban, simplemente no conseguía seguir adelante.

- Nena, debemos encontrar una forma de superarlo, ya sé y me imagino que no es nada fácil, todo lo que has vivido, pero eres muy joven y hermosa, no puedes enterrarte en vida.

- Ya lo sé, pero es que simplemente no puedo, no siento confianza en nadie, me da miedo. Es inevitable que sienta miedo, no puedo.

- Ya llevamos un año aquí, los conoces, son tus compañeros de clases, como puedes desconfiar de todos.

- No es desconfianza de ellos, es que no puedo. No me obligues a salir con nadie, por favor entiende que no quiero hacerlo.

- Sabes que vamos a hacer?

- Que?

- Vamos a encontrar a un buen psicólogo y tú vas a ir a terapia y yo te voy a acompañar.

Aunque Salome se negó muchas veces, Manuel termino convenciéndola de que necesitaba ayuda, todo aquello era muy fuerte y ella sola, no podría superarlo.

Pasaron por tres profesionales antes de que encontrara a Silvana, con ella fue diferente desde la primera consulta, sin embargo no fue fácil que confiara y tuvieron que pasar varias tardes, sentada en aquel consultorio, antes de que pudiera contarle todo lo ocurrido aquella noche y las siguientes.

Las consultas con Silvana se prolongaron por casi un año, aquella mujer consiguió enfrentarla con sus fantasmas, consiguió que su culpa se disipara, que aceptara que ella había sido la única víctima de todo lo ocurrido y pudiera perdonarse a sí misma, al igual que pudo perdonar a su madre; las pesadillas se habían vuelto menos recurrentes y por semanas conseguía conciliar el sueño, había dejado de ser tan retraída frente a otras personas, su comunicación con los demás, mejoraba notoriamente, sin embrago, seguía siendo muy solitaria y su miedo a que un hombre se le acercara no lograba véncelo. Cansada de tanta terapia, decidió no continuar, Silvana la ayudo mucho, pero simplemente ya no deseaba seguir adelante con ello.