Parte 34

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Sebastián ahora dirigía la empresa, de esto hacía un año, su Padre se había retirado, dejando todo en las manos de su hijo, muy seguro de que todo estaba bien encaminado y de que Sebastián hacia lo mejor por la empresa, Carlos Nájera y su esposa Martha ahora viajaban la mayor parte del tiempo, disfrutando de los frutos de toda una vida de trabajos.

Estar al frente de la empresa que cada día era más grande demandaba mucho tiempo y esfuerzo, pero para Sebastián, esto no representaba ningún problema, aunque algunas noches las pasaba con mujeres, el gozaba del tiempo suficiente para asegurarse de que todo marchaba tal como el pretendía.

Tenía planes muy precisos para el futuro próximo, en cuanto a negocios se trataba, estaba licitando algunos proyectos que permitirían la internacionalización de la empresa, ambicionaba demasiado según las palabras de Alexander que seguía a su lado, secundando cada nueva idea, cada nuevo proyecto.

Las salidas acostumbradas de los viernes en las noches, cada vez era más irregulares, a Camilo ahora no se le veía, dedicaba todo su tiempo a complacer y llenar de mimos Marcela su esposa, quien esperaba su primer hijo, Rodrigo hacía un año que sostenía una relación con Antonia y ahora que habían anunciado su compromiso, las obligaciones y preparativos de la boda no le daban tiempo de reunirse con nadie, así que solo quedaban Alexander y Sebastián, aunque algunas veces salían juntos, las últimas tres semanas Alexander dedicaba todo el tiempo disponible a una interesante mujer que conoció en una reunión de negocios, estaba tan interesado en aquella mujer que Sebastián terminaba sin planes, le hartaba tener que llegar temprano a su apartamento, el tiempo a solas era algo que últimamente evitaba, porque era volver a ella.

Sus amigos e incluso sus padres no habían vuelto a comentar nada acerca de su vida personal, de su carácter, o de su soledad. Desde aquella noche en la playa no había vuelto a pronunciar su nombre en voz alta, aunque su corazón la nombrara todo el tiempo, durante esos últimos años, un sinnúmero de mujeres habían desfilado por su vida, sin dejar más que vacío, de muchas ni recordaba el nombre y había pasado por la pena de llamarlas por otro nombres cuando por casualidad las volvía a encontrar en algún lugar, con otras incluso llego a olvidar que alguna vez saliera con ellas. Esa era su vida, un montón de nada, lleno de reuniones y eventos sociales, pero al final, nada; muchos envidiaban su posición y su éxito con el sexo opuesto, pero todos aquellos ignoraban que él, lo cambiaría todo por no tener, que tener sus manos llenas de nada...

Santiago su hermano menor, con quien a veces pasaba algunos ratos, era el único que no temía criticarle la forma en que hacía todo. Nunca antes y menos ahora estaba de acuerdo con la forma en la que Sebastián vivía su vida.

- Búscale un sentido a lo que haces

- Y crees que tanto trabajo no tiene sentido ahora.

- Para que trabajas tanto, de qué sirve?

- Ha sido una meta personal

- Y ahora qué?

- Que, de qué?

- Es una de las empresas más grandes, que harás cuando sea la más grande? Que pretendes?

Muchas veces dejaba a Sebastián sin respuestas, no sabía que responder a su hermano, porque muchas veces él, se había hecho las mismas preguntas y no tenía respuestas para ellas.

Era inevitable que sus amigos encontraran una vida, y que dedicaran el tiempo a lo que era prioridad en ellas, él era el único que no tenía ni idea de qué hacer con su existencia, en sólo unos meses cumpliría 30 años y sus manos estaban llenas de nada.

Pasaron las semanas y en la boda de su amigo Rodrigo, se encontraba distraído y como de costumbre ajeno a los festejos que a su alrededor tenían lugar, tomando un trago de wiski en una mesa retirada, parecía observar las parejas que bailaban en medio del gran salón, sin embargo él se encontraba en otra parte.

Como si fuera fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora