Parte 3

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Para Sofía la soledad era más que su amiga, era su confidente y su compañera, entre semana podía salir a la universidad, pero los fines de semana parecían interminables, aunque ella se concentraba en sus estudios y en hacer sus trabajos, las horas parecían más largas, cuando estaba sola en casa por lo menos no sentía esa necesidad de encerarse, sin embargo esa casa era tan ajena a ella, que igual no salía de su cuarto y mucho menos cuando él estaba en casa, de solo percibir como sus ojos recorrían su cuerpo, el asco se apoderaba de ella, las discusiones se hacían más frecuentes con su madre, que no perdía ocasión para reprocharle la forma tan descortés con que se dirigía a su nuevo esposo y para echarle en cara y hacerle ver que era él quien pagaba la universidad, le repetía constantemente que ella era una mal agradecida.

Se consumía por esa situación de la que no encontraba forma de salir sin que perdiera el beneficio de estudiar, sabía que ella sola, tendría que trabajar y no le alcanzaría para pagar sus estudios, así que, debía tratar de llevar la situación de la mejor manera posible y aguantar hasta terminar la universidad.

Miguel cada vez era más descarado y no perdía ocasión para hacerle ver el interés que tenía en ella, se portaba tan diferente cuando por casualidad estaban solos, se le acercaba y le susurraba cosas como, que bueno tenerte en casa, he pensado mucho en ti o lo mejor de la cena está en ti, se lo decía siempre con un tono de voz que le hacía dar escalofríos, además de repugnancia.

Cuando terminaba sus clases, todos los días pasaba unas horas en la biblioteca de la universidad, adelantando los trabajos que le dejaban, en esa casa era muy difícil concentrarse cuando sabía que ese hombre estaba cerca, luego caminaba a casa tan despacio como podía, pues solo le quedaba llegar a encerrarse en su cuarto.

Sus compañeros de clase, hacían frecuentemente planes para el fin de semana o para las noches, al principio la invitaban pero al ver que ella nunca iba, habían dejado de hacerlo y su relación se limitaba a lo que la universidad se refería, con Marcela era con la única que tenía una relación más cercana, de amistad por llamarlo de alguna forma, sin embargo ella si asistía a esos lugares con los demás, así que, fuera de las horas en la universidad era poco lo que se veían.

Una tarde al salir de la biblioteca se encontró con un compañero de clase.

- Hola Ramiro cómo vas?

- Ohh Sofí, estaba tratando de entender Microeconomía, sabes voy mal en esa materia, no consigo comprender. He tratado de avanzar en el trabajo que debemos entregar pero no es mucho lo que he logrado, tú como vas con él?.

- Ya casi lo termino, la verdad es que no esta tan complicado.

- Wow, será para ti, porque para mí es como una película de terror.

Los dos rieron y caminaron hasta la salida de la universidad hablando del mismo trabajo.

- Por dónde vas? Pregunto Ramiro

- Yo voy caminando hacia el norte, me gusta caminar para despejarme después de la universidad, ya sabes.

- Pues creo que hoy lo necesito, te puedo acompañar a caminar?, así yo también me distraigo un poco.

- Claro, vamos.

Los dos caminaban mientras hablaban de trivialidades y se reían, disfrutaban de la caminata y de la compañía y sobre todo de encontrar temas diferentes para poder conversar.

Sebastián como ya era costumbre, recorría aquella calle en su carro, con la única intensión de verla y tocar la bocina lo más cerca posible de ella, esa tarde la vio desde lejos, pero no estaba sola, caminaba junto a un hombre que la miraba y reía mientras ella respondía de igual forma, disminuyo la velocidad, la observo por un instante mientras sintió que su cuerpo se llenaba de rabia, pero quién es ese? Se preguntó enfurecido, por que camina con ella, y ella porque se ríe tanto? Cuando estuvo muy cerca de ellos, apretó el acelerador tanto que las llantas rechinaron contra el pavimento, llamando la atención de los que por allí transitaban. Sofía reconoció el carro, pero se asombró de esa actitud.

Como si fuera fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora