S i e t e

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[...]

—Oh, es usted el señor Langdon. Él oficial me dijo qué hoy vendría. Pase por favor, es por aquí

Dijo la recepcionista de aquél lugar.

Había llegado a la morgue hace unos momentos, hacía demasiado frío ahí dentro, además de provocarme un sentimiento de terror al estar ahí. Quizá era el terror qué yo sentía al pensar qué Camil pudiera ser ella, terror de qué finalmente la hayan encontrado, terror a la realidad.

La recepcionista me guió hasta una habitación. Era como una sala de quirófano, y en la camilla se encontraba el cuerpo de la mujer, cubierto por una manta de color blanco qué hacía qué solo se le vieran los pies.

—Es aquí —dijo la recepcionista —. Este es él cuerpo qué la policía encontró

—Bien —dije acercándome un poco más al cuerpo qué de encontraba tendido en la camilla.

—Debo advertirle, qué el cuerpo tiene una marca atravesando su frente

—Quizás sea ella... —pensé—. Bien, muestreme

La recepcionista asintió con la cabeza, tomó con ambas manos la sabana de color blanco y tiró de ella de golpe.
Al descubierto quedó una mujer con la piel muy blanca debido a su fallecimiento, cabello oscuro, cejas pobladas, labios gruesos y una enorme cicatriz atravesando su frente.

—¿Es ella su esposa señor Langdon?

Admiré con detenimiento por última vez el cuerpo de la mujer y me giré a ver a la recepcionista.

—No —respondí—. No es ella...ella no es mi esposa.

No sabía si sentirme triste por qué sabía qué si no era este su cuerpo, no lo encontrarían en ningún otro lado. O sentirme feliz de qué este no sea su cuerpo por el simple hecho de qué pueda conservar un poco de esperanza en qué Camil pueda seguir con vida.

Después de estar en la morgue en vano durante casi toda la mañana, decidí ir a tomar un café cerca de la empresa donde solía trabajar. Quería detenerme un rato a pensar en sí debía estar triste por su muerte o feliz por la esperanza de qué haya sobrevivido. Las circunstancias me mostraban una realidad doloroso. Todo indicaba qué debía de estarlo, debía de estar triste, por qué sin importar qué su cuerpo no halla sido encontrado, tampoco nada me indicaba qué estuviera con vida. Era por eso mismo qué yo creía qué ella, había muerto.
Creo qué era hora de aceptar qué la niña de la qué me había enamorado hace años, ya no estaba en este mundo.

[...]

Mis ojos se abrieron y al hacerlo se encontraron con una especie de luz difuminada qué se fue aclarando poco a poco. Hasta qué me di cuenta qué era la luz de una bombilla muy potente, tanto qué aparté la vista de ella. Eso me hizo mirar hacia el frente. Mi cabeza retumbaba y dolía inexplicablemente, me sentía aturdida. Me sentía extraña, después escuché una voz hablar, era de una mujer.

—Doctor, doctor, venga ¡La paciente por fin despertó! —dijo aquella voz.

¿Será qué esa voz habla de mí? ¡Estoy en un hospital! ¿Pero por qué?
Inmediatamente un hombre de bata blanca entró en la habitación y revisó algo qué a mi me parecía una especie de monitor, después salió apresurado a la puerta de la habitación.

—Efectivamente, ha despertado ¡Ya puede entrar a verla! —dijo él doctor.

Aún me encontraba muy confundida y no sabía el por qué.
De pronto un hombre desconocido para mí de cabellera oscura y ojos claros entró a la habitación. Comencé a temblar de miedo, no sabía quién era él.
Ese hombre se sentó al lado mío y me miro pacíficamente, al parecer notó mi nerviosismo ante la situación por qué comenzó a hablar y después a  hacer preguntas.

—Vaya, al fin despertó —dijo tranquilo aquél hombre.

¿Cuanto tiempo había estado inconsciente? Está pregunta en mi cabeza me aterró aún más.

—Tranquila...

—¡¿Quién es usted?! —alcé la voz al incorporarme en la cama bruscamente por el pánico

—Permitame presentarme, mi nombre es Nathan Hamilton

—¡¿Qué me ocurrió?! ¡¿Por qué estoy aquí?! ¡Dígame, dígame! —hablé alterada

—Mire, está usted aquí por qué yo la encontré en medio de la carretera. Venía de regreso del trabajo en mi auto cuando usted apareció a medio camino, así qué me detuve a ayudarla, estaba muy herida así qué cuando traté de hacerlo usted se desmayó.

—¿Usted me ayudó?

—Sí, al parecer tuvo un fuerte choque en su auto. Debería conducir con más cuidado —sonrió—. Y bueno después la subí a mi auto y la traje aquí justo a tiempo, el doctor dijo qué de haber tardado más usted habría muerto.

—¿Así qué me accidente en un auto?

—Sí

—¿Cuanto tiempo he estado aquí?

—No mucho, tres días. Él doctor dijo qué fue debido al severo traumatismo qué sufrió en la cabeza, dijo qué eso podría traerle malas consecuencias.
Como pérdida de memoria ya sea total o parcialmente, ya sea a corto, mediano y largo plazo, por periodos de tiempo prolongado o permanentemente. Apropósito ¿Usted como se llama? Es una mujer muy hermosa a pesar de la venda en su cabeza, me gustaría saberlo.

—Yo...no sé mi nombre. No lo sé

—¿No recuerda nada?

—...No —dije asustada

—¿Entonces supongo qué tampoco sabe donde vive?

—No, tampoco sé eso —me llevé las manos a la cabeza—. ¿Por qué no puedo recordar nada?

—Al parecer el doctor tuvo razón. Usted tiene amnesia total

—¿Y qué puedo hacer?

—Los medicamentos qué le darán le ayudarán a recobrar poco a poco la memoria. No se preocupe, el doctor dijo qué no estará así permanentemente. Él cree qué si las medicinas y demás funcionan a la perfección usted podrá recobrar su memoria totalmente dentro de un par de meses.

—¡¿Un par de meses?! —me alteré aún más—. ¿Y mientras qué voy a hacer? ¿A donde iré? No tengo a donde ir.

—Por eso usted no se preocupe. Yo le ayudaré a recordar para qué pueda volver a su casa. Mientras se quedará en la mía, yo cuidaré de usted hasta qué esté completamente recuperada.

—¿Lo dice enserio?

—Claro y por favor hablame de tú

—Está bien, Nathan —sonreí confiada—. Usted dígame como guste, al fin y al cabo no puedo recordar mi nombre. —reí levemente

—Veo qué ya está mucho más calmada. Y bueno...algo me dice qué usted se llama Emily, así qué la llamaré así, por lo menos hasta qué sepa su verdadero nombre.

—Me gusta ese nombre. Emily está bien

—Bueno, me retiro, la dejaré descansar el resto de la tarde Emily. El doctor me dijo qué mañana la darán de alta debido a qué sus heridas ya han sanado lo suficiente. Pero aún necesita de ciertos cuidados, ya le explicaré luego —se puso de pie y se dirigió a la puerta—. La veré mañana. Adiós —dijo antes de marcharse.

—Hasta luego Nathan

Me resultaba increíble pensar qué había perdido la memoria, me sentía desesperada pero debido a las sabias palabras de Nathan, me sentía más tranquila y creía qué sabría sobrellevar esto. Quizá me recuperaría más pronto de lo pensado.














[Nota de la autora]

¡OMG! ¡Camil por fin apareció!

¡Estoy qué lloro de alegría!

¿Qué más creen qué pasará?

¡Hasta él próximo capítulo!

—SzaraNutella. ❤

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora