V e i n t e

935 75 18
                                    

[...]

Me molestó grandemente lo qué Nathan había hecho solo para sacarme de ahí, según él para "rescatarme" y ni siquiera me había dejado explicarme en lo absoluto, estaba molesta de camino a su casa, y él claramente se había percatado de mi molestia.

—Emily —me volteó a ver un breve segundo para después volver a ver él camino—. ¿Te sientes bien?

—Perfecta, jamás estuve mejor —me crucé de brazos y ni siquiera volteé a verlo.

Mi enojo se notaba a kilómetros.

—Emily, entiendo qué estés molesta conmigo por haberte sacado de la casa esa tan deprisa, pero también entiendeme, no podía dejarte ahí por qué...

—Por qué querías rescatarme —lo interrumpí y le miré con él ceño fruncido.

Suspiró antes de contestar.

—Ellos te secuestraron.

—NO —golpeé la guantera del auto con mi puño—. Esas personas eran gente qué yo conocía. Personas muy cercanas a mí qué me habían estado hablando de mi pasado, y hoy precisamente estaban a punto de contarme más sobre mí vida, y de no ser por qué tú apareciste y me sacaste a la brava por la ventana las habría escuchado ¡¿Qué tal sí era algo importante?! ¡Pero claro, él egoísta de Nathan no me dejó si quiera explicarme y decirle todo esto, se le hizo fácil secuestrarme también!

Cuando terminé de hablar me percaté de qué le habría gritado.
Él sólo me miró de forma triste.
Quizás estaba siendo demasiado ingrata con él, ya qué me había ayudado en lo qué más podía.
De no ser por él es posible qué Avril jamás me haya encontrado.

—Lo siento —dijo Nathan—. Lamento haberme comportado como un egoísta, pensé qué eran secuestradores por la forma en la qué esa mujer me habló por teléfono, por eso me apresuré a sacarte de ahí antes de qué se diesen cuenta.

—Nathan...

—No sabía qué esas personas resultarían ser tan importantes en tú vida. Perdoname Emily.

—Ya no tienes qué decirme Emily, mi verdadero nombre es Camila.

—Camila...qué bello nombre —sonrió levemente.

—Lo siento Nathan, no debí gritarte —bajé la mirada—. Has sido amable y bueno conmigo y esto no es para qué te trate así cuando lo único qué has hecho es ayudarme.

—Camila, descuida. Me tenía bien merecido eso, debí escucharte.

Finalmente habíamos llegado a su casa, aparcó afuera.

—¿Sabes? Para no conocerme en lo absoluto, me tratas como sí lo hicieras de toda la vida.

—Es por qué me transmites confianza. Y no necesito conocerte a fondo para confiar en ti —sonreír.

—Vaya

—Y tampoco lo necesito para quererte —apagó el auto y bajamos.

—¿Tú, tú me quieres?

Entramos a la casa y nos sentamos en la sala de estar.

—Claro Emi, digo Camila. Perdón me tengo qué acostumbrar.

—Yo también te quiero Nathan —le di un abrazo.

—Lo sospechaba —besó mi  mejilla.

—¿Por qué Nathan?

—Umm, bueno. Por tú último sueño —se sonrojó un poco.

—¿Qué ocurre con él?

—Bueno, por todo lo qué decías, me pareció qué estabas más consiente qué dormida —su sonrojo fue mucho mayor.

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora