O n c e

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[Semanas después]

Había llegado a la oficina hace unos minutos, tenía qué hablar con Olivia de algo muy importante, iba camino a su oficina cuando me topé con Matthew en el pasillo.

—Ían ¿Qué haces por aquí? —preguntó Matthew al verme

—Vengo hablar con el témpano de hielo

—Creo qué Olivia llegó hace unos minutos, hace rato vi a uno de sus empleados entrar a su oficina ¿Para qué quieres hablar con ella?

—Para qué me devuelva mi empleo

—Perdona lo qué te voy a decir Ían pero ¿Tú crees qué esa mujer tenga la suficiente piedad y corazón para devolverte tú trabajo?

—Quizás sí, después de la ridiculez qué la vi hacer él otro día

—¿A qué te refieres?

—Él otro día me la encontré, chocó conmigo al salir corriendo de una tienda. Según ella vio un fantasma, estaba muy asustada, incluso me abrazó de tanto miedo qué tenía. Pero como siempre está haciéndose la digna, bueno ya te imaginarás, parecía una niña. La bajé de su nube preguntándole por él fantasma,  lo cual hizo qué saliera corriendo.

—Vaya —rió—. Ya me la imagino
—Fue gracioso, pero hizo el ridículo

—Bueno ¿Y qué harás Ían?

—Pues solo te diré, qué esa mujer va a tener el suficiente corazón y piedad para devolverme mi empleo, por qué lo va a tener.

—¿Como harás eso?

—Tú solo espera, regresaré pronto —me encaminé a la ofina de Olivia.

Toqué la puerta antes de entrar, después de escuchar su voz diciendo qué pasara entré.
Ahí estaba ella revisando unos papeles, pero al escuchar él sonido de la puerta despegó la vista de lo qué se encontraba haciendo para fijarla en mi y se quitó sus lentes de lectura.

—Señor Langdon —habló para después tomarle a su café—. ¿A qué ha venido? ¿Se le ofrece algo?

Vaya, está mujer tiene una personalidad bastante extraña, pensé qué al verme entrar por la puerta llamaría a seguridad sin pensarlo. Sin embargo me pregunta qué se me ofrece.

—Lamento molestarla Olivia —fingí apatía—. Pero, vengo a hablar seriamente con usted —me senté frente a su escritorio

Noté nerviosismo en su rostro, lo disimulaba muy bien, pero al parecer se dio cuenta de qué lo sabía. Dejó de recargarse en su asiento para pasar a ponerse de pie.

—Hable ¿Qué es lo qué quiere Langdon? —su voz se escuchaba firme y determinante, se llevó las manos a la cintura.

—Vengo a pedirle —me detuve un momento analizando mis palabras—. No, vengo a exigirle...

—¿Exigirme usted a mí? —me interrumpió dándome la espalda—. ¿Qué se ah creído? —se cruzó de brazos

—Me creeré lo qué quiera —me puse de pie y me acerqué a ella—. Pero vengo a exigirle qué me devuelva mi empleo. Me echó de la empresa por una mínima estupidez.

—¡¿Una mínima estupidez?! —se alteró y se giró a verme

Al percatarse de mi cercanía se alejó de mi tres pasos. Me miraba desafiante.

—Señor Langdon, ¿Cree usted qué venir aquí a hacer un alboroto como el qué está tratando de hacer usted ahora, no es razón suficiente? ¿Cree qué yo le voy a devolver su empleo solo por qué usted me lo pide? ¡Ja! ¡Olvidelo Langdon! —alzó una ceja

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora