V e i n t i c u a t r o

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Había estado abrazándola por mucho, mucho tiempo. Ella no hacía más qué corresponderme los abrazos, tenía tanto qué decirle ahora y quería empezar ya.

—¿Ya se siente mejor Ían? —dijo ella al deshacer él abrazo.

—Sí, pero vuelvo a lo mismo —la miré a los ojos—. Dime ¿Por qué me hablas como sí no me conocieras?

—Es por qué en verdad no lo conozco

Sus palabras me desconcertaron.

—Camil ¿Por qué dices eso?

—Es qué es la verdad —bajó la mirada un momento—. ¿Qué acaso Avril no se lo dijo? ¿No lo sabe ya?

—¿Qué, qué es lo qué tengo qué saber? —tomé su mano.

—Qué perdí la memoria

Cuando lo dijo no lo pude creer, parecía qué esas palabras se habían quedado en mi mente repitiéndose una y otra vez. No sabía como reaccionar a eso, ni qué decir.
Me resultaba increíble qué ella no pudiese recordar nada, tenía millones de preguntas y millones de cosas qué decir, pero nada salía de mi, me costaba trabajo mantener está conversación tan importante, se sentía como sí estuviese debatiendo mi vida o peor aún negociandola.

—¿Qué? —dije después de varios segundos de silencio—. Pero ¿Como es eso posible?

—Nathan me contó qué el día del accidente, cuando me encontró y me llevó al hospital los doctores les dijeron qué había tenido un fuerte golpe y qué había posibilidad de qué perdiera la memoria, y así pasó. Tengo Amnesia Ían.

Y aquí es cuando llegué al punto de sentir, qué todo lo qué había hecho durante muchos años, no había valido nada por qué se había perdido, ella perdió la memoria, perdió sus recuerdos, perdió gran parte de su vida en ese accidente, es como sí ese día me hubiera perdido a mí en su inconsciente junto con todo lo demás.

—Todos te habíamos dado por muerta, eso fue lo qué dijo la policía, y yo de idiota les creí, pude haberte buscado, pero no lo hice —tomé sus dos manos.

—Pero ¿Por qué le duele tanto él hecho de no haberme buscado?

—Camil —alcé la mirada—. Como no recuerdas nada, creo debo de contarte todo.

—Eso precisamente quiero, saber quién soy, lograr recordar todo. El medicamento no hará todo él trabajo.

—Bueno, no sé como vayas a tomar esto pero lo diré de todas formas

—Dime Ían —veía preocupación en su rostro.

—Yo soy...tú esposo

Me sentí morir en cuanto lo dije solo de pensar como reaccionaría ella.

—¿Tú eres...mi esposo? —estaba atónita.

—Sí Camil, nos casamos hace años y tuvimos dos hijos

—¿Tengo hijos? —se sorprendió aún más.

—Sí

Ella comenzó a llorar.

—¿Por qué las lágrimas?

—Ían, lo lamento tanto, enserio quisiera poder recordar todo. Seguramente estás sufriendo tanto como yo.

—No lo lamentes, podemos resolver esto —la abracé.

—¿Y como?

—Te ayudaré en todo lo posible, así como Avril te ha estado ayudando —sequé sus lágrimas con mis pulgares.

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora