T r e c e

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Decidí aparcar afuera de la sitio de revelado de fotografías, salí del auto y entre a revelarlas, al salir Matthew me dijo:

—¿Y bien Avril? ¿Es o no es? —dijo apoyándose en él auto

Debía decirles sobre lo qué estaba ocurriendo, aunque dudaba qué quisieran ayudarme a rescatar a Camil, sería muy arriesgado, ya qué podríamos meternos en serios problemas legales. Pero la única manera de salvar a alguien de las garras de un secuestrador, sería secuestrando al secuestrado sin qué el secuestrador se diese cuenta.

—Estamos en una situación muy seria —saqué el paquete de fotografías de mi bolso y se las entregué—. Solo...miren esto

Comenzaron a ver todas las fotografías.

—No quería decírselos cuando estábamos ahí por qué no sabía como lo tomarían —dije seria

—Es el interior de su casa —dijo Johanna

—Vean las últimas y entenderán todo

Ellos asintieron y pasaron foto tras foto hasta llegar a la última.

—Oh...dios...mio —dijo Johanna sorprendida

—No puede ser... —dijo Matthew

Sentía qué finalmente había triunfado y mi búsqueda había sido un éxito. Ellos ahora estarían de mi lado y me apoyarían en todo, me creerían por fin.

—¿Lo ven?

—Es Camil...está dormida —dijo Matthew

—Está en esa casa... —dijo Johanna

—¿Ahora sí me creen lo qué les digo?

Asintieron con la cabeza aún sin dejar de ver la fotografía.

—Pero ¿Qué hace ahí? —dijo Johanna

—Tengo una teoría de qué ella se encuentra ahí por qué ese tipo la secuestro —dije yo

—¡¿Qué?! —dijo Matthew

—Creo qué ese tipo debe de ser médico clandestino, encontró a Camil, la secuestró, la curó y ahora la mantiene sedada y confundida para qué no sepa donde está

—Avril, tú teoría es bastante aterradora —dijo Johanna

—Es lo único qué se me ocurre, la mantiene en cautiverio, posiblemente le haya hecho creer qué es otra persona qué no es, quizás qué es su esposa o algo.

—Pero... —comenzó a decir Matthew

—¿Hablaron con ese sujeto? —pregunté

—Oh sí —dijo Johanna—. Nathan Hamilton, dijo qué se llamaba, también dijo qué es soltero y vive con una amiga.

—Eso quiere hacernos creer, pero a ese idiota ya lo cargó el payaso —dije yo apretando los puños

—¡Alto, Avril! ¿Quieres decir qué...Camil está...secuestrada? —dijo Matthew preocupado

—Sí —suspiré

—¡Tenemos qué avisarle a la policía! —exclamó Johanna alterada

—No —la detuve—. No podemos hacer eso

—¿Por qué no? Sabemos como se llama el tipo, sabemos como es, sabemos donde vive y lo qué está haciendo. Fácilmente podemos llamar a la policía y qué ellos se encarguen.

—¡No Matthew! Eso es precisamente lo qué no debemos hacer, dejar qué la policía se encargué, se hará un escándalo —dijo histérica

—¿¡Eso qué importa!? —dijo él

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora