D i e c i n u e v e

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Después de haber abierto la puerta, mi emoción se aceleró.
Ían no entendía qué estaba ocurriendo al momento qué gritamos «Sorpresa»
Me percaté qué después de eso, la expresión de su rostro seguía siendo la misma, no entendía por qué, quizá por qué ya lo sabía o por qué lo sospechaba.

—Y bien Avril —hizo una pausa—. ¿Cual es la sorpresa qué debo ver?

Mis ojos se centraron rápidamente en el interior de la habitación.

No había nadie.

—¡¿Qué?! —grité alterada.

Entré corriendo a la habitación, me agache y revisé debajo de la cama.

—¡No, no, no! —salí de debajo de la cama—. ¡Esto no puede ser!

Johanna entró al baño a buscar a Camil, Matthew fue al armario y lo abrió.

—¡¿Donde se metió, donde?! —grité

—Avril, la ventana —señaló Johanna.

Me levanté del suelo y corrí a la ventana, me asomé por está.
Me di cuenta qué la ventana estaba abierta cuando la había dejado cerrada.

—¡¿Pero como fue capaz?! —me inque en el suelo.

—¿Ahora qué le ocurre a Avril? ¿Otra vez está alucinando? —preguntó Ían quién aún no entendía lo qué estaba pasando.

—¡No estoy alucinando! —dije desde él suelo.

—¿Podrían explicarme ya qué está pasando? —dijo Ían.

—Ían, Camil está viva —dijo Johanna por mí al ver qué me estaba faltando aire.

Se le notaba la incredulidad en su rostro, sabía perfectamente qué no estaba convencido de las palabras de Johanna.

—Eso no es posible —dijo él

—Ían... —traté de hablar

—Sí la policía no pudo encontrarla, dudo qué tú la hayas encontrado.

—Ían, tienes qué creernos —dijo Matthew

—Me cuesta trabajo creerles, lo siento

—¡Tienes qué creernos! ¡Tanta gente no puede estar equivocada! —me apoyé en el suelo—. Ían yo la vi, todos la vimos. Ella estuvo aquí. ¡¡¡Tienes qué creernos por dios!!!

Sentí qué lloraría en cualquier momento de la desesperación.

—Matthew, corre a buscar a Zack, Avril está muy alterada —dijo Johanna.

Él asintió y salió de la habitación.

—Ya debo irme —dijo Ían.

—¡No! —hiperventilé—. ¡Tú no te vas hasta qué no la encontremos!

—Avril, deja de comportarte como a una niña

Matthew y Zack aparecieron por la puerta.

—Avril está demasiado alterada —le dijo Matthew a Zack.

Zack al verme en él suelo, corrió a levantarme.

—¡Vayan por él auto! ¡Ya sé donde está! ¡Se la llevó ese maldito! ¡Me las pagará! —grité.

Zack me sostuvo para no caerme de nuevo.

—Querida, controlate —dijo Zack.

—¡No, no, no! ¡Vamos a casa de ese sujeto! —protesté.

Zack me cargó en sus brazos y me recostó en la cama.

—Quedate quieta —me dijo para después sacar de su bolsillo una jeringa.

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora