V e i n t i n u e v e

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[...]

Consideraba completamente absurdo lo qué Matthew mencionó por teléfono.

¿Quedarme en casa?

¿Relajarme?

Imposible. Sí Camil no aparecía no podría.
Más no tuve de otra qué obedecerle.

—¿Por qué Matthew te pidió esa tontería? —dijo Avril.

Quién no dejaba de caminar de un lado al otro en la sala, se veía tan preocupada como yo por sus pasos apresurados.

—No tengo idea —respondí mientras reposaba en él sofá.

Me sentía cansado con solo ver a Avril caminando por toda la sala como mujer desesperada.

—Esto de la paternidad le afectó él cerebro al parecer —resopló fuerte

—No debiste decirle sobre lo qué estaba pasando.

Avril se detuvo en seco a mirarme de forma extraña.

—¿Yo? ¿Decirle algo? Para nada, yo no quería preocuparlo a el, y seguramente Johanna también ya lo sabe —refunfuñó.

—Pues a mí ni me veas, qué yo tampoco le dije algo.

Se quedó pensativa un segundo y después se sentó a un lado mío en él sofá.

—Entonces...sí tú no le dijiste, ni yo tampoco ¿Quién lo hizo? —preguntó.

—No lo sé.

El timbre de la puerta nos sacó a Avril y a mí un pequeño susto.

—Iré a ver quién es —dije al levantarme del sofá.

—Por favor —dijo Avril intentando moderar su respiración por él susto.

Al abrir la puerta, me di cuenta qué era Camil, inmediatamente mi preocupación desapareció.

—Ían —me abrazó fuerte al entrar.

—¿Te encuentras bien? —pregunté—. ¿Donde estabas?

—Es una larga historia —deshicimos él abrazo.

—Nos tenías muy preocupados, cuentanos ¿donde estuviste?

—Bueno, pero primero te tengo buenas noticias —tomó mis manos.

—¿Qué, qué ocurre?

—Recuperé la memoria —exclamó sonriente.

Su noticia me entusiasmó y me llenó de felicidad.

—Eso es maravilloso —exclamé y la abracé fuerte.

—Avril, ¿No te de gusto qué haya recuperado la memoria? —dijo al deshacer él abrazo.

—Claro Camil, es lo qué todos queríamos. Esto lo tiene qué saber Johanna, dará brincos de felicidad cuando lo sepa, iré a llamarle

Avril salió por la puerta y Camil volvió a mirarme.

—Ían ¿Donde están nuestros hijos? Quiero verlos y decirles qué su madre ya puede recordar de nuevo.

—Están arriba, seguramente les dará gusto saberlo.

—Iré a verlos

—Te acompaño, no quisiera perderme este momento.

[...]

Pasaban de las 8 de la noche y yo ya iba encaminada al aeropuerto, pero antes me detuve a comprar un café y quizá sentarme un rato en ese lugar, no llevaba prisa alguna, ya qué me iría en él siguiente vuelo a cualquier lugar.

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora