V e i n t i o c h o

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Después de haber salvado a Camil y a mi de ser aplastadas.
Me encontraba completamente perdida, ya qué estaba en una parte de la cuidad completamente desconocida para mí.
Quizás suene estúpido qué una mujer de negocios qué toda su vida ha vivido en la misma ciudad no la conozca por completo, y la desorientación era algo qué me causaba extrema vergüenza.
Estaba sentada en la acera de la calle, soportando él terrible olor qué mi ropa despedía.
La esposa de Langdon estaba a mi lado, aún inconsciente, tirada en plena acera.
No sabía qué sentir en estos momentos, sí orgullo por haber salvado a alguien de morir en la basura o sentir compadecimiento por su situación.
Ahora sólo pensaba en qué hacer con la esposa de Langdon y como llegar a mi casa.
¿Qué tal sí necesita un médico?

Algo de lo qué sí estaba segura, era de qué me sentía inútil, ya qué estaba perdida con una persona amnésica, lo cual significaba qué sería mucho más difícil encontrar como volver y qué hacer.
No entendía a mis pensamientos del día de hoy.
Primero le confieso lo qué siento a Langdon y luego me entra él extraño instinto de salvar a su esposa.
¿Qué me está pasando?
Ahora mismo bien podría levantarme y e irme en la dirección qué yo creyera correcta y dejar a Camil a su suerte, sin embargo, no sé qué hago aquí sentada en la acera divagando en mi mente sobre lo qué tengo qué hacer cuando la respuesta era más qué obvia para mí y aún así seguía aquí.
Quizá simplemente no quería hacerlo.

Él cielo prontamente se nubló y comenzó una llovizna y con ella llegó él frío.

Si no hacia algo, la noche caería y la situación empeoraría.
Tal vez solo debía esperar a qué Camil despertara y ver qué hacer.

Pasados unos minutos en qué prácticamente no hacia nada, comenzaba a desesperarme.
Odiaba estar en fase de inactividad por demasiado tiempo.
Pero quizá ahora así sería mi nueva vida, ya qué ya no tengo empleo.

Bravo Olivia, fue una 'genial' idea gracias a tus sentimentalismos casi regalarle la empresa a Langdon.

—Olivia —escuché la voz de Camil hablar.

Me giré rápidamente a mirarla, apoyó su brazo en él suelo para sostenerse, tenía la otra mano en su sien, como sí tuviera dolor de cabeza, se quejaba levemente y apretaba los ojos.

—Camil... —comencé a decir.

—¿Donde estamos? —se llevó ambas manos a la cabeza.

—No lo sé —respondí—. ¿Qué te ocurre?

—Tengo un dolor terrible de cabeza

En su rostro se denotaba qué le dolía demasiado.

—Espera aquí, no te muevas, iré a buscar un teléfono público y llamaré a...no sé, solo espera aquí.

—No, Olivia.

—¿Por qué no? —me levanté de la acera.

—Creo qué...ya recuerdo —se mostró sorprendida

—¿Qué recuerdas?

—Todo —se sentó lentamente en la acera—. Ahora lo recuerdo

Era posible qué él incidente en la basura le hubiese traído la memoria de vuelta.

—Dame un segundo —busqué en mis bolsillos mi teléfono celular, él cual no estaba.

Genial se quedó en la basura.

—Camil, no te muevas de aquí, iré a buscar un teléfono.

—Está bien —se sentó derecha en la acera.

Camine un par de minutos en busca de un teléfono hasta qué por fin lo encontré, al momento de descolgarlo pensé:

¿A quién debería de llamar?

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora