V e i n t i s i e t e

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Después de qué Olivia se fue, pasaron unos minutos para qué yo reaccionara de nuevo, me encontraba muy sorprendido, pero ante eso yo no podía hacer nada, lo qué ocurrió fue algo qué Olivia decidió y...ahora, ya no está...ya no está esa mujer qué vi a diario durante casi 20 años, esa a la qué siempre llamé 'tempano de hielo' creyendo jamás se casaría, o cuando menos, se enamoraría, pero para mi sorpresa...lo hizo, y de la persona menos indicada.
Caminé un poco por la oficina y recogí del suelo la hoja qué había tirado hace un rato, él contrato donde ella me cedía él poder total de la empresa.
Olivia había pasado de ser un 'tempano de hielo' a ser un 'mar de lágrimas' pero la conocía bien, quizá en un par de meses ya se haya olvidado de todos nosotros, y de todo lo ocurrido.
Doblé la hoja y la guardé en uno de mis bolsillos, ahora lo qué tenía toda mi atención era una sola persona, mi 'desmemoriada' esposa.

[...]

Habían pasado más de 20 minutos desde qué Ían entró a aquel edificio frente a mí a explicarle todo a su jefa, tuve la pequeña sensación de qué algo andaría mal y qué por eso quizá estaría tardando.
Estaba preocupada por él, debe de ser difícil para una persona enterarse de la noche a la mañana de qué su esposa está viva. Y también lo es enterarse de un día para otro qué se tiene esposo y dos hijos, lo más doloroso de esa situación era no poder recordar nada por más lucha qué hiciese.

¿Hasta cuando recuperaría la memoria?

Mi ansiedad desvió mi mente de esta pregunta.
De mi bolso saqué las llaves qué Ían me había encargado al salir de la casa, me descuide un poco, y al decir esto me refiero a qué por esa mera equivocación, un perro pasó corriendo por la acera y me quitó las llaves.

—¡Oye, devuelveme eso! —exclamé

Comencé a ir detrás del perro, terminé corriendo por toda la acera de ida y de regreso aún sin éxito alguno.
Hasta qué finalmente él perro se detuvo...para botarlas dentro de un contenedor de basura.

Genial, ahora tenía qué sacarlas de ahí.

Me arremangué las mangas del suéter y metí mi mano para comenzar a buscar, luego la otra cuando comencé a tener dificultades para encontrarlas entre la basura.

—¡Ay dios! Ían se molestará sí se entera qué perdí sus llaves —dije para mí misma.

Pasaron varios minutos y la gente qué pasaba por la acera se me quedaba viendo de forma rara antes de continuar su camino.
Sí, es poco común ver a una mujer buscando en la basura, pero no podía dejar las llaves de Ían ahí dentro, sospeché estarían hasta él fondo de éste.
La desesperación por encontrarlas me estaba matando, ya qué Ían aparecería en cualquier momento, y sí a eso le sumamos qué sí me ve buscando en la basura moriría de pena y no sabría como justificar mi actividad pordioserista.

Así qué tomé la qué posiblemente sería la peor decisión de mi vida ante una situación desesperada y repugnante también.
Decidí entrar en él bote de basura para buscarlas mejor.
Y antes de prácticamente terminar de sumergirme en basura, tomé aire y contuve la respiración.
Cabía perfectamente en él, aunque algo apretado e incómodo.
Debía concentrarme en buscarlas pero oh, error, ahora estaba demasiado oscuro como para encontrarlas.
Y como sí eso no fuera poco ahora, la tapa del bote de basura se cerró, no sé sí alguien lo hizo o sí por tanto qué me movía logré cerrarla yo misma.

—Genial, ahora definitivamente no las encontraré —dije dentro del bote de basura—. Bah, chingue a mil, las encontraré como sea, solo espero qué Ían no sé aparezca en él peor momento.

Comencé a buscar como loca, este era uno de esos momentos donde debía de poner alerta mi sentido del tacto.

[...]

Mr. and Mrs. FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora