Había convocado al Demonio de Justicia.
Val miró desde su trono a la bruja humana. Qué criatura tan curiosa... Pensar que estaría de acuerdo con su trato con tanta rapidez. Se notaba su inexperiencia... pese a ser una Kavanagh y tener un poder mucho mayor al de la otra de su mismo clan que había conocido, ésta era apenas una neófita. Lo notaba por su rudimentaria manera de hacer las cosas... pero era inteligente. No cabía duda.
Además, tenía agallas y eso le valía un punto de su respeto. Pero, para su infortunio, las cosas no saldrían muy bien para ella.
Lamentablemente, él no tenía ningún interés en formar un contrato con un humano otra vez. Era incómodo, problemático y en el mejor de los casos aburrido.
Es por eso que envió a uno de sus esbirros. Un cuervo de fuego, a buscar al Juez.
Los Demonios de Justicia eran muy quisquillosos con los contratos y Val, siendo un Príncipe del Infierno, era considerado un ser muy valioso en las esferas demoníacas. Sin él se desataría la guerra entre el Sur y el Este del Infierno. El precio de un contrato con él, en términos del infierno, sería algo que esa muñeca jamás podría pagar.
Ella lo miraba fijamente con una sonrisa pegada en sus labios, el cabello corto de un caoba rojiza que, estaba seguro, brillaría como el cobre a la luz del sol además de unos impresionantes y grandes ojos gris plomo que transmitían picardía y una fuerza de vida apabullante. Val se preguntó cuándo había sido la última vez que había visto algo semejante... pero no podía recordarlo. No solía involucrarse demasiado con el mundo humano.
Los minutos pasaron, pero la chica nunca dio muestras de impaciencia o nerviosismo. Cosa que le intrigó. Pocos eran los seres que estaban en su presencia y no se sentían intimidados o aterrados. Sólo para comprobarlo y... digamos que medir que tanta de su aparente despreocupación era real o un simple acto muy bien elaborado, quitó tres de los cinco sellos que bloqueaban su poder. El aire crepitó con energía y la envolvió alrededor de ella. Un poder aberrante y profano que corrompía el espacio mismo. No iba a hacerle daño... obviamente. Estaba prohibido herir a los invocadores que ofrecían una ofrenda adecuada. Pero algo dentro de él le pinchaba para tratar de descubrir que cara pondría ella cuando el terror la gobernaba.
Pero esa mujer nuevamente lo sorprendió. Ella tomó su propia energía mágica y la enredó con la suya, para nada intimidada en dejarse llevar por una fuerza mil veces superior. Como si fuese una mariposa, totalmente cómoda, volando entre una senda de telarañas. La enroscó como una fina hiedra y luego, cuando él contenía el aliento esperando... ella se retiró.
Parpadeó para despejar su mente de la extraña niebla que la había invadido.
La observó, clavando los ojos en los suyos.
Ella no apartó la mirada.
Justo cuando se planteaba algo realmente alarmante... ocurrió.
Un chirrido agónico rompió la noche y del suelo miles de sombras oscuras abrieron una brecha al infierno de la que, como un espectro, salió y tomó forma el Demonio de Justicia.
Era un Demonio de espíritu femenino con cuernos pequeños y azules. Cabello negro, corto y rizado y piel con un tono fantasmagórico donde sus venas, rellenas de sangre negra, se podían ver claramente. Usaba la típica venda en los ojos que los de su clan llevaban al momento de ser convocados y que no se quitaban hasta que el contrato fuera establecido o rechazado.
-He sido llamada... -Siseó la voz atronadora y rota de la hembra. Val hizo una mueca. Había olvidado el timbre de voz tan molesto que tenían las de su clase.
ESTÁS LEYENDO
Eternamente Tuya
ParanormalUna bruja sabe que cuando su vida está en riesgo sólo hay un sitio al que puede ir. A la tierra de su aquelarre... donde la energía oscura fluye y sus sentidos se nutren. Pero aún con todo el poder de su tierra, la magia no es suficiente para...