Capítulo 4 "Preparativos"

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Habían pasado horas desde entonces, pensó Val cuando el reloj de la cocina marcó las doce del mediodía. Pero aún no podía sacarse de la cabeza la impresión de este momento.

¿Por qué?

- ¿Estás segura que es eso lo que realmente deseas? -Preguntó aún a sabiendas de que ya el contrato había sido marcado con el primer sello. Su deseo era ley. Pero simplemente no podía acabar de creérselo.

-Sí, estoy segura. -Le había respondido sin vacilar ni un instante.

- ¿Por qué? -No podía comprenderlo. ¿Por qué gastar un deseo de proporciones cósmicas en algo como esto?

Ella había sonreído con una de esas enigmáticas y problemáticas sonrisas. Le costaba admitir que cada vez que lo hacía sentía un escalofrío de inquietud. Como si esa pequeña mortal supiera algo que el desconocía.

Y eso no le gustaba para nada.

Era un jodido Príncipe del Infierno. No había nadie, salvo los Antiguos Demonios, ésos creados al mismo tiempo que los primeros Ángeles, que pudiese igualarlo.

-Si querías un Amante, pudiste haber invocado a un íncubo. Tienes el tipo de energía de la que ellos podrían alimentarse sin resultar perjudicada y no hubieses desperdiciado tu alma en algo así... -Tuvo que añadir, sin poder contenerse.

Ella negó con su cabeza. -Pero eso no es lo que deseaba... -Había murmurado, luego de un instante sus ojos destellaron y agachó su cabeza. Algo le decía a Val que ella estaba jugando con él... pero no podía demostrarlo.

-Pero si la idea te resulta chocante puedes irte. -Mordió delicadamente su labio inferior.

¿Ja? Sólo escucharlo hizo que sus dientes rechinaran con furia. ¿Se estaba burlando de él? El primer sello ya estaba marcado en sus cuerpos, si regresara al infierno sin haber cumplido su parte del contrato se convertiría en un ser sin honor.

Además, no era como si le afectase. Era un Demonio inmortal, ¿Cuántos años le quedarían a esta humana? Probablemente estaba en la mitad de su tercera década de vida. ¿Qué era poco menos de medio siglo para él, que tenía la eternidad para su disfrute? Igualmente, el pago era generoso.

Pese a todo algo seguía molestándole.

No la entendía... no comprendía su motivación para hacer algo así. Para un Demonio, todo entraba en valores, ¿Cuánto ganar? ¿Cuánto perder? No saberlo lo carcomía en un nivel primario apremiado por su deseo de saberlo todo, tenerlo todo, controlarlo todo.

Era codicioso.

-No pongas en duda mi honor. Esto no es nada. -Dijo restándole importancia.

Luego de eso ella le había mostrado la propiedad, rica y bañada en magia oscura. Normalmente los de su clase no podían pasar mucho tiempo lejos del infierno o de un sitio especial, bañado en magia, puesto que necesitaban de una constante fuente de poder para alimentar sus almas. Los Demonios que elegían vivir en el mundo humano eran demandados con necesidades especiales, según su especie.

Pero aquí no haría falta tales fastidiosos métodos. El terreno vibraba con el diabólico poder que sólo un hecho terrible podía causar. Eso, aunado a los años de magia negra que las brujas del aquelarre practicaron en la propiedad había creado un delicioso refugio para Demonios.

- ¿Qué ocurrió aquí? -Preguntó en ese momento, maravillado por el macabro poder que emanaba la tierra.

-Una masacre. Mi tátara tátara abuela Cassia escribió que los colonos asesinaron a toda una tribu de nativos. Hombres, Ancianos, Mujeres, Niños, Bebés. No dejaron nada. No les dieron entierro, sólo los dejaron a la intemperie para ser devorados por los carroñeros. -Ella había suspirado con pesar. -Bastante lamentable. Sus espíritus furiosos y llenos de deseos de venganza nutrieron la tierra con odio. Cassia llegó a una especie de acuerdo con dichos espíritus y nos permitieron vivir aquí. Algunos de sus huesos siguen enterrados en la propiedad, otros han servido como ingredientes de hechizos de las brujas del aquelarre... a ellos nunca les importó. Lo que sea que mi antepasada les ofreció tuvo que ser suficiente para apaciguarlos el resto de la eternidad.

Eternamente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora