Capítulo 30 "Ruleta Rusa"

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Holaaaaaaaaaaaa :D 

¿Me extrañaron? 

¡Tal y como les prometí aquí está el capítulo 30 cargado de mucho CAOS y maldad! *O*

Espero lo disfruten y me dejen muchos comentarios pues saben que los ADORO *-*

Le puse demasiado amor y dedicación a este capítulo... espero lo amen tanto como yo *.*

¡Sin más...! 

¡El Cap!

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Meg lentamente fue recuperando la conciencia.

Primero sintió algo de frío por lo que se arrebulló en las mantas... después unos cálidos y firmes dedos apartaron los mechones de su rostro y bordearon los contornos de sus mejillas.

Su aroma inundó sus fosas nasales... era inconfundible, como si lo tuviera grabado como un hierro al rojo marcado en su piel, no distinguir su toque, su olor, su esencia.

También comprendió que era inútil engañarse a sí misma pensando que estaba en una especie de universo onírico luego de su muerte.

Meg estaba viva. Muy viva.

Y no sólo eso... no tenía dolor, de nuevo, como cuando Asha realizó su magia en ella.

No obstante... su instinto, le dijo que no estaba curada. Simplemente era otra prórroga...

Contuvo un estremecimiento mientras piezas de recuerdos de momentos que se grabaron en sí en medio de su agonía estallaban en su mente.

El rostro borroso de un precioso niño con las mejillas tiznadas de carmesí por sus lágrimas...

—Lo siento... mamá... porque voy a traicionarte... pero simplemente no puedo dejar que mueras... lo siento... realmente lo siento... pero... ¡Si no querías que me aferrara a ti... jamás debiste haberme tratado tan bien! ¿Tienes idea de lo que eso significa para un demonio como yo?... Si cuando esto termine, tu vives, aún si me odias... aún si pides mi cabeza... estaré feliz... así que lo siento, mamá...—La voz de su niño era la que retumbaba en sus oídos a pesar de que sus propios gritos parecía que la hubieran ahogado en el momento.

Sintió una opresión en el pecho.

Maldita sea.

Esos recuerdos estaban destrozando su cordura más que el eco de la agonía física que aún vibraba por su cuerpo.

Pero fue la voz de su propio marido, quién la había tomado en brazos cuando pensó que su pecho estallaría en cualquier momento y le devolvió, momentáneamente la lucidez en medio de esa espiral de dolor la que añadió el zarpazo definitivo.

Tienes prohibido dejarme... —Había siseado en un tono mortal en su cabeza mientras la acunaba entre sus brazos. —Atrévete y destruiré todo... Atrévete a irte a un sitio donde no pueda alcanzarte y me aseguraré de que el resto del mundo te siga... incluyéndome. Eres mi propiedad y nada me quita lo que me pertenece. Ni la muerte misma.

Su mismo espíritu se había estremecido, más incluso que por el dolor, con el impacto de esas palabras.

Lo peor era que tenía que controlarse ahora mismo. No podía permitirse ninguna debilidad, ninguna apertura... ni una sola grieta en su máscara.

Eternamente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora