Daenerys

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— ¿Qué pasa? —preguntó sobresaltada cuando Irri la sacudió suavemente por el hombro. En el exterior era noche cerrada. «Algo marcha mal», supo al instante—. ¿Se trata de Daario? ¿Ha sucedido algo?

En su sueño eran marido y mujer, gente sencilla que llevaba una vida sencilla en una alta casa de piedra con la puerta roja. En su sueño, él la besaba por todo el cuerpo, la boca, el cuello, el pecho...

—No, khaleesi —murmuró Irri—. Ha venido vuestro eunuco, Gusano Gris, con los hombres de cabeza afeitada. ¿Queréis recibirlos?

—Sí. —Tenía el pelo enmarañado y las ropas de dormir revueltas—. Ayúdame a vestirme. Y tráeme una copa de vino para despejarme la cabeza. —«Para olvidar lo que soñaba.» Le llegó el sonido de unos sollozos ahogados—. ¿Quién está llorando?

—Vuestra esclava Missandei —dijo Jhiqui, que llevaba una vela en la mano.

—Mi criada. Yo no tengo esclavos. —Dany seguía sin comprender—. ¿Por qué llora?

—Por el que era su hermano —le respondió Irri.

El resto lo supo por boca de Skahaz, Reznak y Gusano Gris cuando los llevaron a su presencia. Antes de que dijeran una palabra, Dany sabía ya que llevaban malas noticias. Le bastó con ver la expresión del feo rostro del Cabeza Afeitada.

— ¿Los Hijos de la Arpía?

Skahaz asintió. Tenía los labios apretados.

— ¿Cuántos muertos?

—N-nueve, magnificencia. —Reznak se retorció las manos—. Ha sido un ataque sucio e infame. Qué noche más espantosa.

«Nueve. —La palabra se le clavó como un puñal en el corazón. Noche tras noche, la guerra contra las sombras se recrudecía al pie de las pirámides escalonadas de Meereen. Mañana tras mañana, el sol salía sobre nuevos cadáveres e iluminaba arpías pintadas con sangre en las paredes cercanas. Cualquier liberto demasiado próspero o locuaz podía ser el siguiente—. Pero nueve en una noche...» Aquello sí que la asustaba.

—Contádmelo todo.


Tendieron una emboscada a vuestros siervos mientras patrullaban Meereen para defender la paz de vuestra alteza —respondió Gusano Gris—. Todos iban bien armados, con lanza, escudo y espada corta. Iban de dos en dos, y de dos en dos murieron. A vuestros siervos Puño Negro y Cetherys los acribillaron con saetas de ballesta en el Laberinto de Mazdhan. A vuestros siervos Mossador y Duran los lapidaron al pie de la muralla del río. Vuestros siervos Eladon Pelodorado y Lanza Leal fueron envenenados en una casa de vinos a la que solían ir por la noche tras terminar la ronda.

«Mossador.» Dany apretó los puños. Unos jinetes de las Islas del Basilisco habían secuestrado a Missandei y a sus hermanos en Naath, para luego venderlos como esclavos en Astapor. Pese a su juventud, Missandei había demostrado tal don para los idiomas que los bondadosos amos la habían formado como escriba. Mossador y Marselen no habían tenido tanta suerte: los castraron y los convirtieron en inmaculados. — ¿Habéis capturado a alguno de los asesinos? —Vuestros siervos han detenido al dueño de la casa de vinos y a sus hijas. Juran que no sabían nada y suplican misericordia.

Danza de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora