Vaint se despidió de Sylane, prometiéndole que le ayudaría y corrió a su casa, se hacía tarde. Cuando llegó, sus padres le esperaban en el salón para cenar y, tras la cena, Vaint subió las escaleras, hacia su cuarto.
El chico no podía perder un segundo, necesitaba liberar a aquella sirena, el resto del grupo se sentiría orgulloso de él cuando les contara su plan. Encendió el ordenador y cerró la puerta de su cuarto, sus padres pensarían que estaba loco si le escucharan hablar de todo esto.
Ellos sólo eran adultos, se limitaban a dejar que las cosas siguieran su curso, no pensaban en cambiar nada.
Se conectó al programa de ordenador con el que se comunicaba con sus amigos. Ariadna y Gabriel estaban conectados, Vaint entró en el grupo de conversación "El Cambio", el nombre que denominaba a su movimiento.
De momento, sólo eran seis los que lo formaban, pero cada uno de ellos poseía una característica especial que los hacía indispensable para aquella idea revolucionaria. Vaint conectó el micrófono y envió un mensaje a cada uno para que entraran en el grupo.
Pronto el chico escuchó las voces de sus amigos:
-¡Hola!- la voz aguda de la intrépida Ariadna hizo sonreír a Vaint, muchas veces pensaba que aquella chica estaba loca.
-¿Qué tal mi buen Vaint? ¿Qué es tan urgente como para interrumpir mi disputa sobre sabores de mermelada con la bella Ariadna?- ahí estaba, el Gabriel fino y elegante.- ¿Qué quieres, hijo de mil hienas?- pero en otras ocasiones burdo y grosero, su labia era su perdición.
Vaint rió, nadie tomaba en serio los insultos de Gabriel. Le gustaba molestar, sólo eso, pero la mayoría de las veces era en broma.
-¿Dónde están los demás?- preguntó Vaint.
-Espera que les llame, Yumi y Zira estarán juntas, tenían que ir a algún sitio... No me he enterado bien...
-¿No has ido con ellas? Qué raro... Con lo que te gusta a ti salir y hacer esas cosas tan aburridas que hacéis como...
-Calla Gab, yo hoy tenía clases por la tarde, ya lo sabéis.
-Vamos, que han pasado de ti.
-Desde luego, a veces eres insoportable.
-¿Insoportable? ¿Yo? Pero si soy un amor de chico, tan agradable como un paseo por el campo en un estío veraniego de mediados de agosto...
Vaint se mordió el labio para no reírse y exigió:
-Podríais hacer algo productivo y llamar al resto ¿no?
Ariadna exclamó, indignada:
-¡Es lo que intento! ¡Pero este imbécil no me deja!
-...tan dulce como un pastel de mermelada de fresa y crema...
-¡Mermelada de melocotón! ¡Melocotón!
-...tan guapo como mi reflejo en el cristal...- Gabriel continuaba con su monólogo agotador y Ariadna se desconectó.
Al verlo, el chico se echó a reír y le dijo a Gabriel, quien también reía:
-¿Tú crees que volverá?
-Seguro, ya sabes que no puede vivir sin mí- rió Gab.
-Al final te va a dejar de hablar, Ariadna se enfada en seguida.
-No sería la primera vez que se enfadara conmigo, estoy loco por ella, tío.
-¡Pues díselo!- exclamó Vaint.
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