Gadia soltó una exclamación agitada y se agarró la muñeca derecha, murmurando entre dientes lo que parecía ser una queja:
-¿Todo va bien, Gadia?- Daiv colocó una mano en las de la anciana y la otra en su espalda, preocupado ante aquel gesto de la mujer.
-Sí, sí... No pasa nada, querido. Pero no hay tiempo que perder, tendremos que comenzar con los preparativos cuanto antes.- contestó, suspirando y apoyándose en Daiv para levantarse.
Los chicos se miraron resignados, no creían que pudieran aguantar otra caminata más sin descansar al menos por unas horas. Iat, que se dio cuenta del estado en el que se encontraban sus compañeros, decidió intervenir:
-Perdonad, sabia Gadia, pero los chicos apenas pueden tenerse en pie. Los últimos acontecimientos los han superado por completo, y esta noche tampoco se queda corta- rió entre dientes, como si aquello fuera una broma que sólo él entendía.- Deberían descansar un poco.
La anciana miró a los chicos como si los viera por primera vez, reparando en los ojos rojos y los miembros doloridos, aceptando que pasaran una noche descansando hasta un poco después del alba. Aquello tan urgente parecía poder retrasarse unas horas.
Los chicos se instalaron en una de las cabañas del poblado y se acostaron en unas mantas sobre el suelo, aislados al menos del frío y el rocío matutino. No sabían cómo, pero aquellas cabañas eran realmente cálidas.
Entonces, en aquel instante, en la intimidad de los muros, lejos de miradas extrañas, los chicos dieron rienda suelta a sus emociones y la tensión acumulada se transformó en abrazos, risas nerviosas e incluso alguna lágrima.
-De verdad, chicos- murmuró Gabriel, con una sonrisa triste.- Después de todo lo que hemos planeado contra Smith, podemos considerar este lío como la madre de todas las misiones. ¡Qué locura!
-No te falta razón, Gab- tomó la palabra Yumi, mientras abrazaba a Zira, cuyos párpados luchaban por no cerrarse.- Podemos considerarnos como una especie de "Salvadores de la Humanidad Aelyna", ya sabía yo que nuestro odio por Sobrepeso nos conduciría a algo mayor.
Ariadna intervino entonces:
-Escribir, escritores... Jamás hemos oído hablar de ellos, ¿para qué querría alguien escribir cuando se puede hablar? Es más cómodo, rápido y sencillo.
-¿Verdaderamente merece la pena dedicarse exclusivamente a eso?- continuó meditando Vaint.- Y lo más importante, ¿cómo puede llegar a ser tan poderoso cuando es capaz de crear vida de la nada? ¿Tan poderoso, que Smith lo consideraría un peligro y tuviera que secuestrar, en vez de simplemente derrocar a los Perpetuos del poder en Aely?
Los chicos no tenían respuesta a estas preguntas, así que decidieron descansar el poco tiempo del que disponían hasta el amanecer. Lo último que escucharon fue la dulce voz de Zira:
-Espero que Eric esté bien...
~~
Rallaba el sol las copas de los árboles cuando Iat entró en la cabaña donde descansaban los chicos, con suaves respiraciones y algún que otro ronquido. El brillo azulado del genio llenó la cálida estancia despertando a Vaint, que dormía con los brazos cruzados bajo la nuca.
-Es la hora- murmuró Iat, serio.
Entre los dos despertaron a Zira, que se había quedado dormida sobre el pecho de Yumi, quien le pasaba una mano sobre la espalda, y también a Gabriel y Ariadna, que durante el sueño se habían movido hasta quedar muy cerca, rozando sus manos.
-Mi bella princesa, ¿ha dormido bien? Espero que no le hayan molestado mis ronquidos, ni mis repentinos intentos por abrazarle.- dijo Gab, con voz ronca de recién despertado.