Capítulo 6

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Gab, Eric, Yumi y Zira estaban guarecidos en las sombras del anfiteatro, pegados a la pared, la única pista de su presencia en la noche era el vaho que desprendían sus alientos, pero estos desaparecían, ahogados por el frío.

Eric jugaba con la cuerda que habían enganchado con ayuda de un garfio en el punto más alto del muro, enrollada en el puño. Ninguno se atrevía a hablar, acongojados por el fuerte bramido del monstruo, aunque todos rogaban una y otra vez que nada les hubiera ocurrido a sus amigos.

Gab era el que más nervioso estaba, la seguridad de Ariadna podría estar en riesgo, la preocupación le consumía:

-¡No aguanto más!- susurró, dando un golpe al muro.- Voy a ir a por ellos.

-¡Calla, insensato!- le recriminó Eric, en el mismo tono.-Estarán bien, Vaint es muy responsable y Ariadna está llena de valor, seguro que no les pasa nada.

-Tendría que haber ido con ellos...

-Sh, viene alguien...- murmuró Yumi.- Todos contra el muro, pegad las palmas a él y entrecerrad los ojos.

Instantáneamente, todos obedecieron a la experta en camuflaje y se confundieron contra la negrura húmeda del edificio, haciendo sus respiraciones más leves. Los cuatro chicos aguzaron sus oídos y escucharon los pasos apresurados y ligeros de...

-¡Ariadna! ¡Vaint!- Gab se separó del edificio, el perfume afrutado de la chica era inconfundible para él. Inmediatamente se recompuso y volvió a su actitud habitual.- Hombre... Ya pensábamos que os habíais perdido en el bosque oscuro. Todos sabemos, querida, que tu sentido de la orientación no es espléndido que digamos.

-Déjame imbécil, he estado a punto de morir de un infarto por culpa de un pedazo de carne con cuernos, o devorada por él, nunca se sabe.- Ariadna estaba pálida, el frío y el miedo no eran buenos aliados.

-¿Ese ha sido el causante de ese fuerte sonido?- preguntó Zira, abrazándose.

-Exacto- murmuró Vaint.- Pongamos el plan a funcionar, no es un amigo que me gustaría presentaros, espero que no haya más por aquí.

Los chicos se pusieron manos a la obra, Vaint guió a Gab, Eric y Zira hacia la puerta a través de la cual entraba cada dos noches durante este último mes para ir a ver a su querida sirena. El chico estaba de verdad unido a ella, no dejaba de darle ánimos y consolarla tras cada espéctaculo, incluso llegó a curarle las heridas cuando la criatura comenzó a tener más confianza en él, corriendo el riesgo de ser detenido por algún secuaz de Smith. Sin embargo, Vaint sabía que eso no era suficiente, Sylane se moría cada día un poco más, su cabello blanquecía con rapidez y su hermosa voz, se iba apagando con cada noche que pasaba. La voz de Zira hablando por el walkie-talkie hizo callar los pensamientos del chico:

-Estamos dentro, Ari.

Ariadna subió por el muro con ayuda de la cuerda, su misión era otear la situación dentro del anfiteatro encaramada a la parte más alta, e informar a los chicos por si había movimiento. Abajo se encontraba Yumi, atenta al bosque que rodeaba el anfiteatro, por si volvían a tener compañía, así podría avisar a Ariadna para que se escondiera y, además, al ser la más hábil en camuflaje, pasaría desapercibida:

-De momento todo correcto, estad tranquilos. Avisad cuando vayáis a salir.

-¡Eh! ¿Por qué no le has dicho nada por lo de "Ari"?- protestó Gab.

La chica rió quedamente, sin encender el walkie.

-Anda, Romeo, deja a Julieta en paz- le susurró Vaint a su amigo, sonriendo, pero después su alegría desapareció al recordar la mano de Ariadna sobre la suya.

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