Capítulo 11

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Todos los chicos miraban a Iat desde el suelo totalmente inmóviles y, como era de esperar, Gab hizo uno de sus ocurrentes comentarios:

-Pero si no toca el suelo...

Tan inesperada fue aquella frase, que el genio rompió en carcajadas que terminaron por contagiarse al resto de los chicos, aunque las risas de estos eran nerviosas y sólo duraron unos segundos.

Vaint decidió tomar el control de la situación:

-¿Cómo sabías dónde estábamos?

-Fui a buscaros al claro, pero cuando vi que no estabais y que el coche de Smith se encontraba entre los árboles, me imaginé, acertadamente, lo peor.- Iat acarició a la tigresa.- Ajahar es buena buscando almas en desgracia, y vosotros parecíais tener bastante que ver con esa descripción hace unos minutos.

El animal emitió un sonido que recordaba a un bufido de risa, sobresaltando a Zira que sonrió cuando Ajahar buscó de nuevo su mano y se tumbó elegantemente. Iat las miró con dulzura, pero algo en su mirada indicaba un trasfondo oscuro, como si algo no estuviera bien del todo en esos gestos.

-¿Y... Quién es usted?- dijo Yumi, recuperando un tanto la compostura e incorporándose.

-No me llames de usted, que sólo tengo dos millones de años. ¡Estoy hecho un chaval!-el genio se rió acariciándose la perilla.-Me llamo Iat, y como ya sabe vuestro amigo Vaint, he venido a ayudaros a derrotar a Smith.

El chico abrió la boca para decir que aquello no era cierto y que la noche anterior no había hecho sino poner problemas al plan que Vaint le proponía, pero luego recapacitó y pensó que podría aprovecharse de la situación.

Sus amigos le miraban :

-¡¿Se te aparece un genio en casa y no nos cuentas nada?!- exclamó Ariadna, enfadada.

-Ya te vale, tío- la apoyó Gabriel, sujetándose el brazo que su madre le había retorcido.

Vaint levantó las manos, rendido:

-Está bien, debería haberlo contado, pero es que Iat me hizo prometer que no lo haría. Quería daros una sorpresa y además dijo que nos tenía preparada una sorpresa...

Iat lo miró sorprendido, y antes de que pudiera decir nada, el chico le devolvió un poco de su propia medicina.

-¡Nos llevará hasta el escondite de Dante!

Los chicos dirigieron sus miradas hacia el genio, con los ojos muy abiertos, quien a su vez se vio ante un público que esperaba algo que quizás ni él mismo era capaz de conseguir. Iat maldijo a Vaint en su fuero más interno, se lo tenía merecido, por bocazas y por querer ponerse medallas después de haber rechazado en primera instancia la propuesta de Vaint. El chico era listo, y sus amigos no se quedarían muy lejos.

De repente, comenzaba a arrepentirse de su decisión.

El genio suspiró y compuso una media sonrisa:

-Bueno, estoy aún investigando las posibilidades, no puedo prometer nada. Aunque no puedo faltar a mi promesa, ¿verdad que no, Vaint?

El chico sabía que se la devolvería, pero no tenía miedo a la criatura azulada:

-Por supuesto, sería muy...

-Indecoroso.- terminó Gabriel, maestro de las palabras.

Iat dio una palmada:

-Pero antes de hacer planes, tenemos que irnos de aquí, los delincuentes siempre vuelven al lugar del crimen para revisar el trabajo. Así que, si tengo que hacer de niñera... Esto... Si vamos a luchar contra Smith, habría que ponerse en marcha.

Los chicos se levantaron con cuidado del suelo, un poco ateridos aún por el dolor y con el alma un tanto alicaída. Iat comenzó a avanzar y los chicos le siguieron, todos salvo Eric, que se quedó junto su padre dormido, con una expresión inescrutable en el rostro y los puños cerrados. Zira se dio cuenta de la situación y le tomó la mano, instándole a avanzar y separándole de aquel hombre.

Finalmente, Eric se dejó llevar y junto a Ajahar y la chica, cerraron la marcha que avanzaba entre los árboles, dirigiéndose al Bosque Este, el más alejado de Aely, donde apenas había Seguridad. Sin embargo, también era el más peligroso, donde huían los más valientes que conseguían escapar de Smith, y de los que jamás se volvía a saber nada.


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