Capítulo 5

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No podía ser cierto aquello que estaba pasando, la adrenalina corría por las venas de los seis amigos.

La noche había vuelto a caer sobre Aely, esta vez más oscura que nunca ya que la luna estaba cubierta por negros nubarrones amenazantes. Sin embargo, Vaint no iba a impedir que la climatología le separara de su objetivo inicial: rescatar a esa hermosa criatura, Sylane.

Había pasado una semana entera perfeccionando su plan, dándole mil vueltas y pensando cada detalle, cada pequeña cosa que pudiera escapársele. Sin embargo, la mente del chico era capaz de ir a cien por hora, para él era fácil y disfrutaba elaborando cada estrategia, cada fase de sus planes. Contaba por supuesto con el apoyo y la ayuda de sus amigos, porque cada uno de ellos, en sus puntos fuertes, aportaban siempre algo más al plan.

Ya estaba hecho.

Se encontraban frente al enorme anfiteatro, con la mentira cubriéndole las espaldas; sus padres pensaban que estaban en la playa, en una fogata para celebrar el cumpleaños de Ariadna. Una verdad a medias, era el cumpleaños de la chica, sólo que lo celebrarían a la manera de "El Cambio", con una peligrosa y excitante misión de rescate.

Ariadna estaba feliz y parecía que estaba a punto de ponerse a dar saltitos, le gustaba tanto la acción... Además, su cuerpo estaba protegido del frío gracias a la nueva chaqueta de cuero negra, regalo de Yumi y Zira: "Así que eso era lo que habían ido a hacer el día que les hablé del plan..." pensó Vaint, sorprendido ante la antelación con la que las chicas habían ido a comprar el regalo para su amiga.

Los chicos no habían regalado nada a Ariadna aún, Vaint sonrió al pensar en la sorpresa que le esperaba.

Ellos no habían sido tan previsores como las chicas y lo habían dejado todo para última hora, pero aún así, Vaint estaba seguro de que le encantaría.

La imponente fachada de la enorme construcción romana surgió entre las sombras y la sonrisa se borró de la cara de Vaint, siendo sustituida por una expresión de profunda concentración. Un paso en falso y adiós Sylane. Ciertamente él había sido muy afortunado al encontrarse con aquella puerta excavada en la roca, pero consideraba que era mejor pensar en otras opciones por si no volvía a tener la misma suerte.

Aún así, decidió echar un vistazo por si la volvía a encontrar. Se paró en seco y susurró:

-Chicos, voy a ver si encuentro la puerta. Ariadna, ven conmigo. Los demás, id preparando la cuerda por si acaso.

-Tened cuidado- murmuró Yumi.

-Ídem- contestó Ariadna.

Vaint y ella se alejaron de los demás, pegados a la pared rocosa del anfiteatro, palpando cada grieta que encontraran. Mientras iban andando, los sonidos de la noche los rodeaban, casi angustiándolos, a Vaint no le entusiasmaba demasiado la oscuridad, donde cada sombra puede ser un posible peligro, y más en aquella situación. Escuchó una rama partirse a su izquierda y se quedó inmóvil, Ariadna chocó con él y colocó sin querer una mano sobre la suya, ambas pegadas a la pared.

El chico, al sentir la mano de Ariadna, se volvió sobresaltado porque pensaba que se daría cuenta de lo que había pasado. Sintió los grandes ojos turquesa de la chica a través de la oscuridad, muy abiertos y rápidamente separó su mano de la del chico:

-Per... perdona...- murmuró, parecía avergonzada.

-Tran... tranquila.- dijo Vaint, aún algo perplejo. ¿Ariadna avergonzada?- Me ha parecido oír algo...

Ambos callaron y escucharon atentamente, intentando distinguir los sonidos; la brisa entre los árboles que rodeaban el anfiteatro, un búho lejano, sus propias respiraciones...

Pasos.

Pesados.

Fuertes contra la tierra.

Vaint y Ariadna contuvieron la respiración y muy despacio, se desplazaron hacia la derecha, en dirección al camino ya recorrido. No hablaron siquiera, tantas veces habían estado en la misma situación, sus mentes parecían estar conectadas.

Unos metros más allá, había un frondoso arbusto donde podían esconderse mientras pasaba el desconocido. Se agacharon y se cubrieron entre las ramas, agradeciendo por primera vez que estuvieran medio sumergidos en una oscuridad azabache.

Los pasos eran graves y se acercaban cada vez más.

La tierra parecía temblar bajo los cuerpos agachados de los chicos.

¿Qué clase de ser podía llegar al extremo de provocar pequeños terremotos al moverse?

Se acercaba. Cada vez más.

Respiraciones acelaradas, intentando ser silenciosas.

No más pasos.

Inspira...

Espira...

Algo impacta contra la tierra, una vez, otra.

Los dientes de los chicos entrechocan ante la onda expansiva del golpe y poco les faltó para caer fuera de su precario escondite. Acto seguido, un potente bramido cruzó la noche, saltando las lágrimas a Vaint y Ariadna, estaba demasiado cerca.

Ariadna se tapó la boca y se mordió la palma de la mano para no gritar, mientras que Vaint cerraba los ojos y se concentraba en seguir la dirección de los siguientes pasos que esperaba que daría aquel ser.

Efectivamente, la criatura comenzó a alejarse de los chicos y estos pudieron levantarse para observar como un pequeño rayo de luna se colaba entre las nubes y revelaba la enorme complexión del ser, junto con lo que parecían ser dos cuernos salientes de las sienes del monstruo.

-Dios mío... ¿Qué... qué... es eso?- tartamudeó Ariadna, aconjogada. Algo extraño en ella, ya que solía ser la más valiente del grupo, pero era compresible, esa criatura asustaría al más bravo.

Vaint sentía la garganta seca, arenosa, inutilizable; "¿Qué has hecho Smith?" pensó, eso no podía ser otra cosa que alguna adquisición del loco amo de Sylane. El nombre de la sirena lo sacó de su parálisis y echó a correr en dirección contraria al monstruo, los chicos estaban en peligro si "eso" los encontraba antes que él.

Ariadna lo siguió sin hacer preguntas.


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