-Has sido tentado por la Oscuridad, Eric, y has perdido. ¿Cómo lo has permitido?
Yumi miraba a Eric desde los grilletes anclados a la pared que aprisionaban sus manos y sus pies. El chico sonreía con una mueca feroz a los luminosos ojos de la chica, que relucían al igual que lo hacía el resto de su rostro.
-Me he cansado de esperar, de seguir los designios del grupo, Yumi. Quiero vengarme.- Rota su voz, tanto como su alma, Eric hablaba como si otra persona le dictara sus palabras.
Yumi sufría inexorablemente, aquel calabozo exumaba putrefacción y dolor por los cuatro costados. Aquel no era su lugar, se asfixiaba.
-Nos vengaremos, Eric, Smith...
-¡No es Smith quien me interesa!- gritó el chico, rabioso.- Sólo me uní al Cambio para intentar herir a mi padre, pensando que iríamos a por los altos cargos. Jamás pensé que nos dedicaríamos a rescatar bichos.
-Hemos hecho daño a tu padre con nuestras misiones, el plan era dejar a Smith sin mercancía para que se hundiera en su miseria- murmuró Yumi.
-Sin mercancía, por supuesto, dejar sin mercancía al hombre más poderoso de Aely. No me hagas reír Yumi- Eric sonrió.- ¿Cómo crees que Smith acudió al anfiteatro aquella noche? ¿Por qué crees que Sylane no estaba en la piscina?
Yumi le miró interrogante, y cuando comprendió, abrió los ojos y la boca desmesuradamente, sin poder creer lo que oía.
-Tú... Traidor.
Eric rio con ganas.
-Smith no es tan listo como para tenerlo todo bajo control, necesitaba un topo. Hice un trato con él a cambio de que mi padre recibiera un castigo digno, me comprometí a acabar con "El Cambio". Y eso es lo que haré.
-No...- susurró Yumi, encajando las piezas del rompecabezas, comprendiendo por qué las misiones del Cambio nunca consiguieron llegar a destruir a Smith.
-Sí, querida. Díselo a tus amigos, y aprovechad el poco tiempo que os queda.
La Luz comenzaba a ahogarse.
~~
Los chicos despertaron de un sobresalto, como una pesadilla que interrumpe un dulce sueño. Se encontraban al pie de unas montañas, y a sus espaldas, el Bosque Este, la Tribu Libre y el Hexágono quedaban atrás. Ariadna, Gabriel, Vaint y Zira se vieron sumidos en una noche oscura y desapacible.
Desorientados, se incorporaron con un fuerte de dolor de cabeza y las mejillas húmedas.
-¿Qué ha pasado...?- murmuró Vaint.
-No... No lo sé...- susurró Zira.- Estábamos en el Hexágono, Gadia pintó aquella forma y... El ciervo...
La chica abrió mucho los ojos y miró sus manos, buscando la sangre. Limpias.
El resto de los chicos buscaron indicios de que lo que acababan de ver. Habían sentido tan nítidamente la felicidad y el posterior dolor en aquellas visiones... Era imposible que hubiera sido producto de su subconsciente.
-¿Ciervo...?- se atrevió a preguntar Gabriel, como si aquello fuera lo más relevante del mundo.
Zira miró a su amigo como si fuera la primera vez que lo veía y contó su visión. Después, el resto de los chicos también relataron las suyas y concluyeron que cada una de ellas estaba relacionada a un elemento; agua para Ariadna y aire para Gabriel, la tierra se había presentado a Zuri en forma de ciervo y el fuego que devoró la visión de Vaint cerraba el cuadrado elemental.
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