Capítulo 19

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"El Cambio" miraba el cielo, donde la mañana ya comenzaba a despuntar. Un par de golondrinas revoloteaba de aquí para allá y sus alegres voces acompañaban la actividad del campamento. Mujeres, hombres y niños comenzaban a despertarse. Cualquier persona que los observara no habría encontrado cansancio alguno, a pesar de que sus almas habían vagado durante toda la noche, protegiendo los elementos del Hexágono.

Vestidos con unos pantalones de cuero azul, parecidos a los que llevaban los de la Tribu, y unas camisetas anchas, muy cómodas, los chicos esperaban a Gadia y Daiv acompañados de Iat y su fiel compañera, Ajahar.

Las chicas habían decidido ocultar los collares bajo aquella camiseta ancha y de momento, daba resultado, puesto que nadie había reparado en ellos. Intuían que era un regalo poderoso, y de momento, ocultarían su procedencia.

-Bueno, ahora que estamos todos y Gadia no nos escucha- rompió el silencio Iat.- ¿Alguno de vosotros sería tan amable de explicarme lo que pasó anoche con Eric? No ha vuelto al campamento, no podemos preguntar a nadie si alguien lo ha visto porque el Ejército Subconsciente no recuerda jamás sus escapadas nocturas y nadie le puso un chip localizador a ese enano ¿verdad?

El tono del genio iba elevándose mientras avanzaba en su discurso, al igual que el tono azulado brillante de su piel, parecía muy enfadado. Todos miraron a Gabriel, quien dirigió su mirada hacia el suelo, como si aquello no fuera con él.

Finalmente, Ariadna se decidió a hablar:

-Ellos nunca se han llevado muy bien, Iat. Siempre discuten en las misiones e intentan dejarse en rídiculo constantemente.

-¡Eso no es cierto!- explotó Gabriel.- Yo intento llevarme bien con él, pero parece que le molesto. Peleamos porque Eric no está cómodo en mi presencia, lo noto.

-Tampoco te hagas la víctima, Gabriel, dos no discuten si uno no quiere.- puntualizó Yumi.

Tras eso, el grupo se convirtió en una algarabía de voces que intentaban imponerse unas sobre otras, haciéndose oír. Iat se masajeó las sienes con los dedos índices, sintiéndose como una niñera.

-¡Silencio!- ordenó el genio con la voz grave, preñada de descontento.- Sólo os he pedido que expliquéis el motivo de ese malestar mutio, Gabriel, no que crees un drama sobre cómo Eric te ha maltratado psicológicamente. Ahórrate los esfuerzos, porque no te creeré.

El chico le lanzó una mirada afilada con un cuchillo y resopló:

-¡Está bien! Eric y yo nunca nos hemos llevado bien desde... el día que su padre me conoció.

Los chicos miraron a Gabriel, sorprendidos, nadie esperaba que él hubiese llegado a tener más relación con el padre de Eric que el saludo cortés en las cenas de Navidad.

-Era un día lluvioso, hace ya varios años. Eric y yo estábamos jugando en el patio de su casa y corrimos a guarecernos de la lluvia bajo el portal. Estábamos empapados por completo y su madre, una mujer rubia y con la cara llena de pecas, nos secó y encendió la chimenea para que nos calentásemos.- Gabriel sonrió dulcemente.- Ella no trabajaba en la Seguridad, sino en un hospital como enfermera, era muy dulce.

>>Pasado un tiempo, se escuchó la puerta principal de la casa abrirse y Reck, el padre de Eric, entró en ella llamando a gritos a su mujer. Ella nos dejó solos frente a la chimenea, y corrió junto a aquel energúmeno. Tan sólo oí la puerta de la cocina cerrarse de un golpe y luego, silencio.

Iat y los chicos miraban a Gabriel con los ojos abiertos, muy atentos, temiendo que aquella historia terminara como parecía. Incluso Ajahar tenía sus orejas levantadas.

-Al cabo de un rato, se escucharon pasos por la escalera rápidos. El padre de Eric entró en el salón abrochándose el cinturón del pantalón, lanzándonos una mirada prepotente que intimidó a su hijo, pero que a mí me pareció estúpida.

>>Como veía que no bajaba mis ojos como había hecho Eric, se acercó y me cogió de la oreja sacándome de su casa mientras que me insultaba llamándome entrometido y maleducado. Cuando llegué a casa aterido de frío, mis padres no me creyeron; ¿cómo iba el jefe de Seguridad a ser prepotente, frío y maltratador?

>>Pasados los días, hablé con Eric para pedirle explicaciones y él sólo me exigió que no me metiera en sus asuntos. Ahí comenzamos a distanciarnos, y la gota que colmó el vaso fue una orden directa que enviaron a mi madre, degradándole a guardia raso de Seguridad. Algo así sólo podría haber sido cosa de Reck y mis padres me culparon a mí por "haber molestado a su familia en su propia casa", palabras textuales.

-¿Y por qué pagas tu odio con Eric?- murmuró Zira, con un nudo en la garganta por la emoción.

-Porque él no me defendió delante de su padre, y estoy convencido que le contó nuestra conversación sobre este tema. No sabéis cómo idolatraba a Reck, sólo quería su aprobación, aunque él le respondiera con palabras de odio. Es un cobarde, ni por su madre logró jamás plantarle cara.

Un silencio denso se extendió en el grupo, hasta los suaves golgoritos de las golondrinas que continuaban con su revoloteo parecían demasiado joviales. Sabían que el padre de Eric era estricto, pero nunca habrían imaginado que aquella situación se estuviera dando en aquella casa. Pensando con detenimiento, es cierto que muy pocas veces había aparecido en público con su esposa pero todos lo achacaban a que ella era poco dada a la ajetrada vida social de Reck.

-¿Por qué hablas de su madre en pasado, Gabriel?- observó Iat, serio.

-Ella murió poco después de lo que os estoy contando, justo el mismo día que decidimos crear "El Cambio" en aquella clase de nuestro colegio, cuando teníamos catorce años.

Los chicos recordaron aquel momento con una sonrisa melancólica, el momento en el que unieron sus manos y sus vidas en una promesa infinita tras volver de una excursión al circo de los horrores que Smith acababa de inaugurar con diminutas mujeres aladas y pájaros que ardían en llamas para resurgir de sus cenizas al instante. Ahora ese recuerdo sería compartido con la muerte, hasta entonces olvidada, de la madre de Eric.

-"El Cambio" impidió que nos separásemos por completo, pero no eliminó esta espina en el corazón que tenemos los dos, cuatro años después.

Gabriel miró al suelo ocultando su rostro, lleno de rabia, sin saber exactamente hacia quién. Ariadna se acercó y pasó un brazo por sus hombros:

-Tranquilo, Gab, los dos tenéis una conversación pendiente pero no puedes culparle de lo que su padre hizo. Recuerda que él sólo tenía catorce años, y enfrentarse a un hombre como Reck no es fácil.

-Eso es cierto, quizás Eric tenga la oportunidad de enfrentarse a él porque forma parte del clan de Smith, pero no podrá hacerlo solo- añadió Zira, con una de sus sonrisas reconfortantes.- Nos necesita, necesita al que era su mejor amigo.

Gabriel se pasó el dorso de la mano por la cara, secando sus lágrimas y asintió lentamente. Después, inspiró profundamente:

-Anda, dejemos el drama, que parecemos Smith cuando uno de sus empleados no le cocina lo suficiente como para cenar tres veces.

Los chicos sonrieron, ahí estaba el Gabriel de siempre. Sólo necesitaban encontrar a Eric para que aquello se resolviera definitivamente.

-Haced caso a Gabriel, chicos. Tenemos más de un problema que solucionar.

Gadia apareció junto a Iat, sobresaltando a todos, con una pequeña bolsita colgada al cinto y apoyada en un palo de bronce.


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