13.La alegria no es eterna

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 Al abrir la maldita puerta me encontré con lo que menos me esperaba

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Al abrir la maldita puerta me encontré con lo que menos me esperaba.

Andre estaba ahí parado con una enorme sonrisa. Negué varias veces con la cabeza y luego me acerque a él, una parte en mi estaba feliz de que estuviera bien pero otra estaba furiosa.

–¿Tú planeaste todo esto?–le pregunte refiriéndome al mensaje y al camino de pétalos alumbradas con velas detrás suyo.

–Si–respondió con una sonrisa e inevitablemente lo mire seria con cierta desaprobación. Mi primer instinto fue chocar mi palma contra su mejillas para luego abrazarlo fuertemente.

–Eres un imbécil. No sabes lo preocupada que estaba–solté y creó que todo lo había tomado por sorpresa pero aun así me abrazo y beso mi frente.

–Lo siento, corazón, no fue mi intención–respondió para luego tomar mi rostro entre sus manos y besarme intentando calmar mi pequeña preocupación. Estaba tan aliviada de saber que fue él quien envió el mensaje y no el acosador.

–Se cursi de otra forma– le pedí con una pequeña sonrisa.

–Vale pero aún no ves esta sorpresa–dijo tomándome de la mano.

Comenzamos a caminar escaleras arriba, la verdad no sabia a donde íbamos pero cuando llegamos al lugar una enorme sonrisa se dibujo en mi rostro.

–No conocía este lado romántico suyo, Sr. Blecher–confesé divertida mirando la habitación la cual estaba arreglada perfectamente. En toda ella habían unos cuantos pétalos esparcidos tanto en la cama y el piso.

Andre soltó una pequeña carcajada para luego besar mi muñeca.

–¿Te gusta?–pregunto mientras me abrazaba por la espalda pero yo guarde silencio por unos segundos mientras miraba el lugar.

Esto era realmente perfecto

–Me encanta–Respondí con una sonrisa.

–Se que en este tiempo no estuvimos muy bien pero te prometo que te lo recompensaré cada segundo, minutó y hora durante toda mi vida porque te amo, te amare y te haré feliz– susurro a mi oído e inevitablemente voltee a verlo con una sonrisa.

–Con tenerte a mí lado soy plenamente feliz–confesé para luego tomar su rostro entre mis manos y besarlo cortamente.

De su bolsillo sacó una pequeña caja color roja de terciopelo y la abrió dejando a la vista un hermoso anillo.

–Jamás lo hicimos como se debía–dijo mientras tomaba mi mano y colocaba el anillo–ahora puedo decir que ya eres realmente mi esposa–besó mi frente para luego envolverme en sus brazos y hablar–Se que nos queda mucho por vivir y se que todo lo superaremos juntos.

–Compartiremos momentos felices y amargos–añadí mirándolo a los ojos.

Su pulgar acarició mi mejilla para luego acariciar mis labios mientras él me miraba tiernamente.

Matrimonio por contrato|NO EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora