Balas

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De que me sirve tener un corazón a prueba de balas, si lo que mata es tu boca? A lo mejor es que yo soy mas soca y necesito de tus arañazos para creer que he recuperado una de mis siete vidas. Como puedo ser tan imbécil de depender de tus ronroneos a media luz, si sé que cuando se te ponga la Luna en frente, vas a brindarle la oportunidad de lamerle hasta la locura.

Pero que no se me olvide, que no se me olvide que soy mía antes que de nadie, que llevo la falda con la que se torea, que soy fuerte, y que ser valiente no significa no llorar. Que no se me olvide que es reír, que no se me olvide sentir, caer, tropezar, cicatrizar, que no se me olvide como era antes de ti.

Porque también tengo una bala en la recámara esperando a ser disparada, para luego perderse. Me niego a ser una bala perdida desde que he encontrado en tu ombligo el epicentro de la Tierra. Ahora que se soy capaz de reventar un terremoto si se cuela entre tus piernas. Tengo una pistola vacía que juega a matar gente. Yo la llamo Cordura. Y es capaz de llevarte a la décima altura, para luego soltarte. Aparte, tengo 19 motivos por los cuales deberías salir corriendo.

Tengo muchas historias entre manos, y no se que tramas, pero tu ya no formas parte de ninguna. No me hagas agarrarme a tus pupilas, no ves que ahora miro suelo. Miro al suelo porque te dejé el mundo a tus pies, y tu seguiste bailando como si nada. Miro al suelo porque veo tus pies moverse al compás de tus latidos, porque estás pisando mi corazon y tú, sigues bailando como si nada.

Mira, mejor vamos a hacer como que no nos hemos conocido. Como si hubiéramos vendido a un programa de prensa rosa un romance inventado. Y cuando trates de empezar de cero, llegará alguien que te hará volar sin alas. Te partirás la boca por quitarle más las lágrimas que las dragas. Y te darás cuenta de que no sirve de nada un corazón a prueba de balas, si lo que buscas es que te mate, su boca.

(No, por favor, decidle que vuelva, que viene el invierno y el frío, que quiero recuperar lo que que fue mío. No me imagino un otoño sin deshojar sus párpados. Sin ser los hijos vástagos de una generación que no creía en el amor. No me imagino vivir sin hacer manifestaciones en su cadera para denunciar lo desacuerdo que estoy con el mundo. Sin decidir si salgo a flote o me hundo entre sus piernas cada noche. Sin apuntarme al derroche de saliva. A sus idas y venidas. A ser su salvavidas en cada derrumbe. Por favor, decidle que vuelva. A quererme. A dispararme)

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