Siendo sinceros, soy todos los complejos que me estallan en los lagrimales cuando me miro a un espejo. Las ruinas que nadie podrá construir jamás. Que no sé verme sin odiarme ni reírme sin llorar. Sálvame, necesito que me agarres, vienen curvas y yo solo llevo puesto en el pantalón el cinturón de inseguridad, que siempre consigue herirme un poquito más. Quiero decir, que algo que está completamente roto puede llegar a convertirse en polvo, y lo mismo pasa con las personas.
Sopla. Me estoy a punto de evaporar. Soy 99% defectos y el porcentaje restante se resume en miedo. Si te atreves a mirar y juzgar, no hace falta que dispares, seré yo misma quien apriete el gatillo. No me hace daño una bala más. Noventa caídas, sesenta espinas, noventa heridas. Quiero que esta pesadilla acabe ya. Yo solo necesito ser normal, una niña bonita.
No tener que avergonzarme al salir a la calle. O no tener que acostumbrarme a que alguien me rechace. Quiero que las herodas cicatricen en vez de sangrar. Ser libre. No vivir atada al reflejo que me escupe el espejo cada mañana. Ana ya se ha ido. Ahora es Mía la que está conmigo. Dice que somos amigas y que no me va a abandonar. Última llamada de auxilio. Tenemos que parar esto juntos, no pronto, sino ya.