Todo paisaje un sábado empieza por un montón de ropa tirada en los rincones de la habitación. Afortunados serán los que fueron otras manos las que desvistieron sus ganas. A salvo estarán los que fueron sus propias manos las que desabrocharon cada uno de los botones de una camisa que apestaba a tabaco, con ganas de comerse una noche que siempre termina.
Que quieres que te diga de la vida? De eso de que la gente se piensa que cada enero se empieza una vida nueva. Que los problemas se difuminan. Que este año si, que este año vamos por todo. Ojalá los propósitos que haces entre copa y copa, con bragas rojas y el pie izquierdo levantado, lo hicieras todos los días cuando el despertador suena. Me gustaría que todas las ilusiones que nos empeñamos por hacer realidad en Navidad, lucharamos por conseguirlas igual un miércoles cualquiera.
Que nos visitesemos de héroes de vez en cuando, y salieramos a la calle a regalarle unas cosquillas a un niño, y la risa de ese pequeño a su padre, y la mirada de ese hombre fuese a parar al cielo, como queriendo decir a los que están ahí arriba que su risa también se echa de menos. La verdad es que me parese una auténtica gilipollez eso de querer olvidar el pasado, porque tal y como se dice, un árbol nunca podrá crecer si olvida cuales son sus raíces.
Y mis raíces son una isla partida en dos por un río, un pueblo que tiene calles que huelen a dinero, donde caminan personas buscando un porvenir y sonrisa puesta a todos los lados, sin seriedad por ninguno. Y miro a ese caballero guiñandole el ojo a la camarera, pero yo no, no se como pueden los hombres con eso de que me tiro a la camarera, pero tengo a mi hija esperándome con su madre en casa y al día siguiente, en el colegio de la niña, los tres de la manita y que de puta madre estamos todos.
Pero también hay calles donde nunca hay silencio, porque son el patio de recreo de algunos niños, que su casa está en ruinas, porque su madre no para de llorar, porque, joder, como vamos a seguir adelante, no hay nada para comer en el plato, pero mañana todo irá bien, de seguro. Y esas dos familias coinciden en el paseo de la independencia, cuando todo está iluminado, y canta un chaval con una guitarra a la vida, a la juventud, esperando el sonido de unas cuerdas al rozar sus dedos, pero también el caer de unas monedas a una gorra desgastadas por la desesperación.
Esto era así el pasado diciembre, y sigue siendo igual a mitad de año, y bueno, personalmente les digo que el primer pie que puse en el suelo cuando sonó la última campanada y me lancé a abrazar a mi madre, fue el derecho, aunque en realidad, ella es mi amuleto. Así que mi deseo para el próximo empezar de calendario es que vivas. Les pido a mujeres que levanten las faldas y a los hombres que desabrochen su camisa y empiecen a bailar. Que no les duelan los pies de caminar por las piedras sino de dejar su alma en cada acorde de música.
Espero que desees como se desean los animales, y que ames como ama el más imperfecto humano. Y llora, ríe, equivócate, sé un poco niño de vez en cuando, y sé feliz joder, pero no por alguien, tampoco por algo, quizás con alguien, nada de eso, sé feliz porque, al fin y al cabo, es lo que te mereces.