Ella se mira al espejo y ve un precipicio, tiene el vicio inconfesable de odiar su cuerpo. Siente que su pecho va a estallar, que sus lagrimales van a estallar, que todo su mundo va a estallar, tiene un grito atrapado en la garganta que no le deja gritar, una mirada preciosa en los ojos oculta debajo de una mentira que le ha hecho creer esta mierda de sociedad.
Nadie la entiende. Ella solo quiere ser una niña bonita. Mirarse y no ver un desastre hecho cuerpo. Quiere un cuerpo de revista. Ser la artista, la musa, la excusa de alguien para retratarla en un lienzo. Entonces... Entonces poco a poco se va convirtiendo en hueso, se vende por un beso y empieza a ser eso que tú le obligaste a ser.
Le empiezan a fallar las fuerzas, porque piensa que ella no es una niña valiente, porque su cabeza solo le miente. Ella no sabe que su risa es mi música preferida, que sus ojos son como dos soles y que vendería mi pecho por volver a verla como antes. Que quiero recuperar a esa niña que regalaba abrazos, que no era retazos de lo que esta sociedad nos ha querido vender.
Esa niña con su sonrisa risueña, que soñaba con volar y jugaba a ser princesa. Esa niña que, tan joven y tan bonita, joder, cuantísima primavera tienes por dentro. Que hay que hacer para cerrarte los ojos y que te mires adentro, y te olvides del mundo, de las personas que te llevaron a esta sepultura.
Dime, que hay que hacer para acabar con esta mierda que te está consumiendo. Cielo, ya sabes que yo nunca miento, y solo un imbécil no te miraría como una flor que, floreciendo, fue, es y será siempre, la mas bonita.