Capítulo 2.

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Su perfume mezclado con marihuana se filtró en mis fosas nasales y me estremecí..., sólo hasta que caí en la cuenta de lo que decía. Yo no lo estaba desnudando con la mirada, ¿o sí? De cualquier manera, tampoco lo haría con los dientes. Era un maldito engreído; de seguro estaba acostumbrado a recibir elogios de todo el mundo. Lástima que yo no era todo el mundo.
—¿Quién te crees que eres? —alcé una ceja.
—Liam Payne, mucho gusto —se inclinó a besar mi mejilla, sin embargo me alejé a tiempo—. Te haces la difícil, ¿eh?
—Sal de mi baño, patético.
—Y si no, ¿qué? —dijo con una malvada sonrisa en el rostro. Se volvió a acercar, pero esta vez no pude alejarme, pues choqué de espaldas con la pared.
Me mantuve en pie, incluso cuando sentía que mis piernas se debilitaban y mi corazón daba un vuelco, para luego comenzar a latir con más rapidez que antes... y quizás que nunca. Una de sus manos se apoyó en la pared, justo al lado de mi cabeza, acorralándome sin salida. Mierda.
—No quieres saber de lo que soy capaz —reí irónica.
—Oh, sí que quiero.
Para cuando me había dado cuenta, ya había plantado mi rodilla contra su entrepierna. Su cuerpo se encogió y llevó sus manos hasta la zona afectada, por lo que tuve oportunidad de irme, con toda la dignidad puesta en mis pasos. Bien, no había conseguido los cigarros, pero al menos sabía que él tampoco los quería, teniendo sus propios porros. Caminé hasta mi habitación y saqué la llave del bolsillo trasero de mis jeans. Era la única opción que tenía para mantener mi refugio a salvo: tenerlo bajo llave hasta que la fiesta se terminase. Entré y cerré de un portazo, intentando calmar mi rabia y no descargarla con nadie ahí abajo. Me senté en la cama, me crucé de brazos y soplé un mechón de mi cabello fuera de mi rostro, todo al mismo tiempo. ¿Quién se creía ese Liam Payne y de dónde había aparecido? Ni que fuera la gran cosa. Rodé los ojos al encontrar la escena de las dos perras y el idiota ése riendo como dementes. No dudaba que estarían a punto de hacer un trío..., si es que no lo habían hecho ya. No limpiaría ese baño yo mañana. Busqué en los bolsillos de mi chaqueta mi celular, sólo que sin resultados, y recordé que Niall lo tenía. Si quería quedarme aquí por el resto de la noche, al menos tendría que bajar para recuperar el objeto más importante de mi vida. Arreglé mi cabello y salí de la habitación, percatándome de que Liam ya no estaba en el baño. Justo antes de bajar las escaleras, corrí a tomar mi cajetilla de cigarros y guardarla en el bolsillo de la chaqueta. La música comenzó a acoplarse en mis oídos a medida que llegaba al patio. Noté que habían varias personas dentro de la piscina, con ropa y ebrios. Tampoco me encargaría de la piscina mañana. La verdad es que yo no me encargaría de nada en absoluto. Busqué a Niall con la mirada, hasta que lo encontré en el mismo sitio de hace unos minutos, con los mismos chicos... y Liam. Oh, Dios, no. Erguí mi postura y me acerqué a ellos.
—Niall —dije, llamando la atención de los cinco chicos
—¿Qué pasa, nena? —sus palabras iban cada vez más arrastradas.
—Quiero mi celular.
—¿Qué? —hizo un mohín ridículo—. ¿Por qué?
—No te voy a dar explicaciones ahora.
—Tu amiga es bien grosera, ¿eh, Niall? —habló la irritante voz profunda de Liam.
Lo fulminé con la mirada, pero ni siquiera se inmutó; sólo me sonrió y guiñó un ojo. Rodé los ojos hacia Niall, esperando a que me pasara el maldito celular y desaparecer de aquí de una buena vez.
—Cállate, marica —rió Niall rodeando su brazo en mi cintura y apegándome a él—. Abbie es la chica más genial del mundo, ¿ok?
—¿Abbie? —Liam alzó las cejas, claramente divertido—. Lindo nombre, Abbie.
—Oh, ni siquiera lo pienses, Payno —Niall lo apuntó con el índice de su mano restante—. No tienes posibilidades con ella.
—¿Por qué lo dices? ¿Es lesbiana? ¿Tiene novio? Seguro es la primera opción. No hay chica que se resista a mí —dijo mientras se cruzaba de brazos.
Miré hacia todas partes, excepto a los chicos. Sentía cómo mis mejillas se encendían en un fosforescente color rojo, por lo que bajé la vista hacia el piso, rogándole mentalmente que me hiciera desaparecer.
—¡Abbie no es lesbiana! —exclamó Niall, ahogado en su risa—. Y tampoco tiene novio, pero tiene un mejor amigo con derechos, así que aléjate de ella.
No pasó otro segundo para que Niall me pusiera frente a él y aferrara sus manos a mi cadera con más fuerza. Ladeó su cabeza y entreabrió sus labios. No objeté en lo más mínimo cuando sentí sus labios plasmarse contra los míos. El sabor reconocible del alcochol y el mucho más reconocible de su lengua se adentró en busca de la mía, pidiendo por más. Inconscientemente rodeé su cuello con mis manos y lo apegué mucho más a mí. No era primera vez que Niall y yo nos besábamos. De hecho, sólo lo hacíamos en casos como éstos: si alguna chica o chico intentaba coquetear con nosotros y no estábamos interesados en lo absoluto, venía el plan "somos novios, aléjate". Y fue gracias a este jodido plan que ambos perdimos nuestra virginidad hace dos años. Escuché las celebraciones de los chicos y los aplausos, logrando que me riera aún en los labios de Niall, que también sonreían. Luego de unos eternos segundos nos separamos y limpié los rastros de saliva alrededor de mis labios, mirando a Liam con una sonrisa de suficiencia. Sus cejas estaban fruncidas y sus labios, tensos. Bien, habíamos logrado nuestro cometido. Ahora el idiota no volvería a meterse conmigo jamás.
—Has dejado a Liam sin palabras, hermano —rió Zayn, chocando los cinco con su mejor amigo.—Ella está prohibida y debe saberlo —respondió.
—Creo que es el fin del mundo —dijo Harry riendo—: ¡Encontramos a alguien a prueba de Liam Payne!
—Ya no tendrás la puntuación perfecta, ¿eh? —Louis palmeó su espalda, pero Liam inmediatamente se alejó, claramente fastidiado.
Nadie podría sacarme la sonrisa del rostro después de esto.

Troublemaker |payne|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora