Capítulo 8.

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Lancé mi bolso en el sillón una vez que llegamos a casa. Ni siquiera me molesté en prender las luces; sólo subí directo a mi habitación, esperando a que Liam ya se estuviera yendo y que ni siquiera pensara en quedarse a cenar o esperar a Niall. Cerré de un portazo y me lancé en la cama bocabajo, pensando en los sucesos del día. Bien, Liam no me había vuelto a tocar, cosa que era buena, pero luego de nuestra pequeña discusión y su voz diciéndome que no dejaría de "coquetearme", todo se convirtió en jodidamente incómodo. Apenas hablábamos y lo que más hacíamos era suspirar sin decir apenas una palabra. Me estaba sintiendo extraña justo en ese momento, pensando en Liam y en todo lo que podría haber pasado si no me hubiera alejado en dos segundos más. ¿Me hubiera besado cuando tuvo la oportunidad? Ugh, Abbie, ¿por qué eres tan malditamente complicada?, me gritaba mi subconsciente.
Un "toc, toc" en la puerta me hizo abrir los ojos pesadamente. La luz que se filtraba por el pasillo sólo me permitía ver la silueta de aquella persona, e inmediatamente había reconocido a Niall. Me incorporé en la cama hasta apoyarme en los codos mientras entrecerraba mis ojos para que mi vista fuera acostumbrándose a la luz. ¿Qué hacía Niall aquí? ¿No se supone que salía a las nueve o algo así?
—Llegas temprano —fue todo lo que dijo mi voz ronca.
—¿Temprano? —susurró—. Abbie, son las once de la noche.
Fruncí el ceño. ¿Las once? ¿Entonces me había quedado dormida? ¿Pero en que momento? ¿Y dónde estaba Liam? Con una dificultad casi increíble, me arrastré hasta llegar al borde de la cama y sentarme sin dejar de mirar el ahora claro rostro de mi mejor amigo.
—¿Me dormí? —pregunté, aún arrastrando las palabras y sintiéndome, dos segundos después, una idiota por siquiera preguntar aquello.
—Al parecer sí —se encogió de hombros.
—Ugh —gemí al sentir el gruñido de mis tripas—, tengo hambre.
—Era de esperarse —exhaló una pequeña risa—. Liam me dijo que vino a ofrecerte algo de comida, pero...
—¿Liam? —le interrumpí, e inmediatamente mis ojos se abrieron por completo—. Pero se fue apenas llegamos a casa.
—¿Lo hizo? —rió de nuevo; esta vez caminó para sentarse a mi lado—. Cuando llegué, le vi acostado en el sillón, durmiendo con la tele encendida. Le desperté para preguntarle qué hacía aquí y, entre murmuros idiotas y quejas, me dijo que no quería dejarte toda la tarde sola.
—¿En... en serio... dijo eso? —me trapiqué con mi propia saliva.
—Lo dijo —y luego palmeó mi rodilla—. ¿Quieres comer algo? Te podría hacer arroz con huevo...
—Claro, claro...
Y entre el pavoneo de mis pies y la confusión que la acción de Liam me causó, crucé la puerta, siguiendo a Niall en dirección a la cocina. No podía dejar de preguntarme si en serio Liam había dicho eso en serio... o si lo había dicho siquiera. Me hizo sentir, de alguna forma, especial.

Otro día había finalizado en Jackie's y yo me encontraba riendo justo en la salida con Ashton, Calum, Luke y Michael. Los chicos habían resultado ser bastante simpáticos y sociables, por lo que no dejaban que ningún silencio incómodo arruinara el momento.
—Supongo que ya debemos irnos —resopló Ashton mirando su reloj de muñeca—. Tenemos ensayo.
—¿Ensayo? —pregunté con la intención de crear más conversación, pues, honestamente, no quería dejar de hablarles. Además, ahora debía comenzar a caminar a casa, por lo que ya no me daban demasiadas ganas de alejarme de aquí.
—Sí —respondió Luke—, de nuestra banda.
—Wow, eso es genial —sonreí con sinceridad—. ¿Cómo se llama?
—No tiene nombre aún. No es nada especial, la verdad.
—Sólo es por diversión, ya sabes —Calum se encogió de hombros.
—Cool... —asentí.
—¡Hey! —los bonitos ojos verdes de Mike se abrieron de par en par y una amplia sonrisa ocupó sus carnosos labios—, ¿qué tal si vienes con nosotros y nos das tu opinión?
—¡Eso sería... —estaba por aceptar la oferta cuando el agudo sonido de un cláxon llamó mi atención desde la acera. En seguida pude reconocer a Liam, quien, segundos después, ya estaba sacándose el casco, dejando al descubierto una de sus patentadas sonrisas.
—Oh, ese idiota otra vez —escuché mascullar a Calum. No le dije nada; yo había pensando lo mismo.
Fruncí las cejas hacía él y en seguida miré a los chicos otra vez.
—Em, disculpen —les sonreí apenas—. Ya vuelvo.
—Ya sabes, Abbie, si te hace algo... —Calum lanzó una tajante mirada por encima de mi hombro.
—Lo sé, lo sé —palmeé su hombro—. Aguarden.
Giré sobre mis talones rápidamente, y mientras avanzaba a Liam, mis labios modularon un "¿Qué mierda?" qué sólo logró una carcajada de su parte. Me crucé de brazos una vez que llegué frente a él, esperando a que algo saliera de su boca.
—¿Estás lista? —preguntó.
—¿Para qué?
—Para irnos, claro —su voz bajó unas octavas, aparentando un acento completamente inepto.
Resoplé entretanto ponía los ojos en blanco, deseando con toda el alma que alguna fuerza sobrenatural abriera el piso justo por debajo de los pies de Liam y se lo tragara por completo. Seguía sin entender cómo me ponía tan histérica con sólo tenerlo cerca...; simplemente ocurría.
—No iré a ninguna parte contigo —le miré de pies a cabeza, fingiendo estar completamente asqueada con su presencia.
—¿Ah, no? —levantó una ceja—. ¿Irás a tu casa sola?
—No —sonreí con malicia—. No iré a mi casa.
—¿De qué hablas? —por primera vez desde que lo había conocido, parecía realmente estupefacto.
—Iré con los chicos de allá —me volteé rápidamente hacia los chicos y, con la misma rapidez, me volví hacia Liam.
—¿Qué? —entrecerró los ojos—. No puedes andar como si nada con unos extraños en un auto en el que jamás te has subido.
—Los conozco desde mucho antes de saber que tú incluso respirabas, ¿sabes? Técinamente —añadí luego de unos segundos—, tú serías el extraño para mí.
—Entonces no irás a casa conmigo —concluyó; pude ver algo... diferente en su mirada, quizás en la forma en que sus pupilas miraron fugazmente hacia el suelo o tal vez cómo sus párpados cayeron unos milímetros.
—Veo que no la dejarás en paz, ¿eh? —y en seguida sentí el brazo de Calum pasando por mis hombros de manera incómodamente protectora.
Un nudo en mi garganta se acrecentó al ver a Liam dejar el casco en el asiento trasero, bajar la patita de la moto para hacer el equilibrio de ésta y descender del vehículo; todo sin dejar de asesinar a Calum con la mirada. Oh, no, ¿qué haría? Casi inconscientemente, me acurruqué más cerca de mi compañero, como si de esa forma pudiera hacernos desaparecer antes de que Liam le hiciera algo.
—¿Siempre eres de esta forma? —la voz irónica de Liam había entrado en juego—. Quiero decir, ¿apareces de la nada, sin invitación alguna, y te haces pasar por el héroe que salva el día?
—Sólo cuando veo que a mis amigas no les agrada la presencia de algún imbécil —el rostro de Calum estaba totalmente inexpresivo, al igual que sus palabras.
—Tampoco es como si Abbie se muriera por estar a tu lado, ¿eh, campeón?
—Vete a la mierda, pendejo.
Los músculos del brazo de Calum se tensaron por encima de mis hombros, y también noté cómo la vena del cuello de Liam se hacía cada vez más prominente; podía ver cuánto luchaba consigo mismo para no perder la paciencia. Ojalá pudiera aguantar lo suficiente.
—¿Por qué no se dejan de estupideces los dos? —alcé la voz, mirándolos con el ceño fruncido.
—Abbie, vamos —habló Liam, ignorándome completamente.
—Ella ha dicho que se queda —esta vez fue Calum.
—Debe ir a casa —dijo Liam.
—No quiere hacerlo contigo... —y con una risita burlona, Calum agregó—, y tampoco quiere ir a casa con tu compañía.
—Eres un hijo de... —siseó Liam, sin embargo, le interrumpí a tiempo.
—¡Ok, bien, cállense los dos, joder! —ambos me miraron rápidamente—. Calum, gracias por querer protegerme; ahora vete: iré a casa con Liam. Y tú —miré a éste rápidamente—, deja de ser un jodido desgraciado por una vez en tu vida.
—Pero, Abbie... —susurró Calum.
—Está bien, Cal —suspiré—. No es como si le dejase acercarse mucho a mí. Se lo he prohibido. Gracias, en serio. Y lo siento. Quizás mañana podría ir con los chicos a ver el ensayo, ¿está bien?
Calum sacó lentamente su brazo de mi alrededor, bajando delicadamente las yemas de sus dedos por mi brazo desnudo, gesto que me hizo temblar levemente. Asintió con la cabeza, plantó un beso en mi mejilla y dio media vuelta hacia los chicos. Les miré a todos y sonreí lo más alegre que pude en el instante en que agitaba mi mano hacia ellos. Mi sonrisa se desvaneció al posar nuevamente los ojos en Liam.
—¿Cuál es tu problema? —susurré mientras tomaba el casco y me lo ponía bruscamente sobre la cabeza. Crucé mi bolso sobre mi torso y me subí a la moto, clavando mis uñas en los hombros de Liam.
—¿Cuál es el tuyo, Abigail?
Y en todo el trayecto, ni una otra palabra se cruzó por nuestros labios.

Troublemaker |payne|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora