Presioné mi índice en el timbre de la casa de Sasha y esperé a que alguien saliera. En seguida pude sentir los ladridos de su perro merodeando por la sala, hasta que finalmente sentí la voz de mi prima gritándole a su pobre mascota. La puerta se abrió dos segundos después, y al verme, su rostro mostró una de sus más características y bonitas sonrisas.
—¡Abbie! —exclamó, abrazándome.
—Hola, Sasha —sonreí, entrando en su casa.
—No sabía que vendrías; no estoy para nada arreglada —dijo pareciendo avergonzada.
Rodé los ojos luego de mirar su atuendo: unos leggings negros y una polera tres tallas más grande, negra también, cubrían su cuerpo. Iba descalza y llevaba una coleta alta, dejando varios mechones castaños saliendo por los lados de su pecoso rostro. De todas formas, siempre lograba verse sexy y hermosa. Me senté en el sofá mientras que mi prima iba a la cocina.
—¿Dónde está tu mamá? —exclamé para que me oyera.
—Anoche se fue a Bolton con su novio —gritó de vuelta—. Tengo la casa para mí sola por un mes entero.
—Cool, ¿me podría quedar contigo?
No me respondió en seguida, pues escuché sus pies descalzos caminar de vuelta al salón. Giré para verla y traía dos vasos de jugo de piña, quizás. Me tendió uno y le agradecí con una sonrisa.
—¿Qué hay de malo con tu nueva casa? —dijo, sentándose a mi lado, con una pierna por debajo de su trasero y quedando frente a mí—. Apenas llegaste ayer, y déjame decirte que amo que haya sido tan cerca de la mía.
—Niall se la pasará haciendo fiesta, estoy segura —respondí justo antes de dar un sorbo a mi jugo.
—Niall...—musitó con sus labios rodeando el borde de su vaso —.Sigo sin saber quién es el jodido de tu mejor amigo, Abigail.
La fulminé con la mirada. Ella más que nadie sabía que odiaba que me llamaran por mi nombre completo; era como si la persona que lo dijese estuviera enojada conmigo, tal como mamá solía hacerlo cuando yo era una niña. Niall también lo hacía a veces.
—La cosa es —continué— que el idiota dejó que cuatro de sus amigos, los cuales yo no conocía, se quedaran en casa y, sinceramente, no sé cuándo muevan el culo de ahí.
—¿Cuatro de sus amigos? —chilló, con los ojos abiertos de par en par—. Mierda, esto es maravilloso. Llévame a tu casa, por favor.
Hizo un mohín totalmente ridículo, sin embargo sólo asentí porque sabía que si no accedía, me molestaría toda la tarde con el mismo tema. Mejor me ahorraba un par de horas de sufrimiento.
Luego de eternas horas de conversar y esperar a que Sasha estuviera lista, caminamos las tres cuadras que separaban nuestras casas. Envueltas en bromas, cotilleos y risas, ni siquiera notamos cuando ya estábamos cruzando la puerta a eso de las seis de la tarde. Sasha giró sobre su eje, apreciando los detalles y rincones de la sala principal, con sus cortinas blancas en cada ventana y ventanal, los sillones de cuerina negros, las mesas de vidrios y grandes cuadros; algunos tenían fotos en forma de collage de Niall y yo. Mi prima caminó hacia uno de los recuadros que ocupaban la pared contigua a la puerta principal. La imagen era de una foto enmarcada que Niall me había regalado hace tres años atrás, llena de nuestras fotos de ese entonces, antes de que a él le pusieran brackets.
—¿Ese es Niall? —preguntó Sasha. Yo asentí sin siquiera mirarla, preocupada de saber dónde se encontrarían todos—. Es muy lindo.
—¿Lindo? —me carcajeé—. No es para nada lindo: ahora pasó a ser algo más maduro y sexy. Olvídate de esa imágen por completo.
Me frunció el ceño en signo de confusión; yo simplemente me encogí de hombros. La apareciencia de Niall no era así en absoluto. Ahora tenía sus dientes blancos perfectamente derechos, sus mechones rubios combinaban algunos castaños y, gracias al cielo, su gusto para vestir había mejorado un montón.
—¿Abbie, eres tú? —escuché un grito desde el segundo piso. Niall.
—¡Sí! —exclamé de vuelta—. ¡Alguien te quiere conocer, baja!
El rostro de Sasha se contrajo de inmediato, sus ojos marrones fulminaron los míos y sólo atiné a ahogar una risa burlona, viendo cómo sus mejillas se encendían y arreglaba su cabello por encima de sus hombros.
—¿Quién es? —gritó mi mejor amigo.
—¡Sasha, mi prima!
Conocía a Niall lo suficiente como para saber que justo en este momento estaba poniéndose de pie, y, efectivamente, dos segundos después apareció su persona bajando por las escaleras. Sus ojos pasaron desde mí hasta mi prima, en donde sus cejas se alzaron y la escaneó de pies a cabeza. Al menos, ahora Sasha lucía decente con shorts, una blusa transparente y Converse.
—Em, hola —sonrió él, acto seguido puso una de sus manos en la cintura de mi prima y besó su mejilla, quedando por un segundo más de lo normal contra su piel.
—Sasha —se presentó ella, con un leve temblor en la voz.
—Niall —él asintió, soltando su cintura al fin.
Rodé los ojos ante los tórtolos que acababan de conocerse antes de reír por lo bajo. Quizás necesitarían algo de tiempo antes de decir alguna otra palabra, así que corrí escaleras arriba con la intención de buscar una chaqueta, pues el frío ya se estaba colando por mi cuerpo. Me detuve a mitad del pasillo al sentir unos murmullos en la habitación de Niall. No, no estarían ellos aquí aún, ¿o sí? Caminé a la habitación de Niall, y en seguida vi cuatro chicos sentados en el suelo mientras jugaban con la Xbox. El primero en notarme fue Zayn.
—Eh, Abbie —exclamó con un ademán.
—¿Qué hacen aún aquí? —solté. Mi intención no era otra más que parecer antipática.
—Compartiendo con nuestro amigo Horan—respondió Liam sin quitar la vista de la pantalla—. Te recuerdo que esta también es su casa.
—Pero de ustedes no —le miré como si fuera mierda de vaca o algo por el estilo.
—Cálmate, ¿sí? —dijo Harry, tendiéndome el mando inalámbrico del Xbox—. Juega un poco, quizás eso te relaje.
—No puedo —murmuré—. Hay una amiga que me espera.
Todos me miraron casi al mismo tiempo, viéndose como robots sincronizados. Alcé las cejas ante mi sorpresa. Una gran sonrisa apareció en el rostro de Louis y Zayn.
—¿Tu amiga está aquí? —preguntó el de ojos celestes.
Bufé. Hombres. No pensaban en otra cosa más que coquetear con el primer par de tetas que pasaba delante de ellos. Simplemente asentí, como si el hecho no me molestara en lo más mínimo. En menos de dos segundos todos estaban bajando las escaleras. Bueno, casi todos, pues quedó sólo Liam, quien se ponía de pie y quedaba frente a mí. Alcé la vista hacia la suya y el color brillante de sus ojos marrones estuvo a punto de dejarme en shock. Eran realmente muy bonitos. Bajé la vista hacia sus labios, para luego volver a sus ojos, intentando no avergonzarme por mi reciente acción.
—¿Sigues enfadada, Jones? —preguntó con una sonrisa burlona en su rostro.
—¿Quién te dijo mi apellido? —susurré, pues no hacía falta levantar mucho la voz teniéndolo a tan corta distancia. La misma distancia que hacía, de forma inexplicable, que mi cuerpo se sintiera débil.
—No es difícil adivinar cuando en tu habitación tienes colgado un diploma de tu universidad. Saliste con honores. Niall me lo dijo.
—Lo hice —me erguí en mi postura—. Y no vuelvas a entrar a mi habitación.
Iba a hacer un intento de salir cuando abrió sus labios de nuevo y dejó que una pregunta se deslizara por éstos.
—¿Estudiarás algo apenas comience la temporada?
—Por supuesto —rodé los ojos, como si no fuera lo suficientemente obvio.
—¿Haces algo en vacaciones?
—Trabajo... —mascullé lentamente. Esta conversación estaba siendo demasiado normal para un chico que me había ofrecido sacarle la ropa con los dientes medio drogado en la primera impresión.
—¿Dónde? —aminoró la distancia. Pude sentir las yemas de sus dedos rozar con mis brazos desnudos, ocasionando que una corriente subiera por mi cuerpo. El frío, debía ser.
Me alejé un paso, el mismo que Liam volvió a caminar. Para mi mala suerte, mis ojos quedaban a la altura de sus labios y me era jodidamente imposible no mirarlos a cada segundo. Estaba segura de que el idiota ya estaría pensando que me moría por probarlos como alguna de todas sus putas. Jadeé, sintiéndome completamente tonta por seguir retrocediendo al saber que él seguiría acercándose. Una sonrisa de arrogancia apareció en sus labios.
—¿Qué mierda pasa contigo, Liam? —espeté, poniendo ambas manos en su pecho, impidiendo que volviera a acercarse.
—¿Qué pasa contigo, Abbie? —rió levemente—. ¿Me tienes miedo?
—¿A ti? —lo miré de pies a cabeza—. ¡Jamás!
—Entonces deja de actuar como si lo hicieras —susurró.
Su cabeza se inclinó hacia la mía lentamente. Me quedé pasmada, siendo hipnotizada por su mirada casi impenetrable sin alejarse de la mía, quizás llena de confusión y sorpresa. Di otro paso hacia atrás, sin embargo lo único que obtuve fue un golpe de la pared contra mi espalda. Si hubiera dado un maldito paso hacia la derecha, hubiera alcanzado la puerta. Uno de sus musculosos y tatuados brazos se apoyó en la pared, justo a un lado de mi cabeza.
—Aléjate —susurré.
—¿O qué?
—Veo que te encanta eso de hacerte el machote, ¿eh? Sabes perfectamente que podría pegarte una patada en las bolas aquí mismo y jamás me importaría. Aléjate de mi camino si quieres conseguir herederos —hice una pausa, y luego añadí—: Si es que pudieras tener algo que ofrecerles a esas pobres criaturas.
—Si la madre fueras tú...
—Bien, jódete —exclamé, acto seguido alcé mi rodilla justo por debajo de su entrepierna, propinándole por segunda vez un golpe en sus genitales.
Si él quería jugar este juego, yo jugaría a la perfección.
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Troublemaker |payne|
Fanfiction"-No me desnudes con la mirada -susurró con sus pupilas marrones acechando contra ella-: Hazlo con los dientes". |Registrada en Safe Creative|