Capítulo 17.

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Desperté el domingo por la mañana sin recordar que estaba en la cama de Sasha. No lo supe hasta luego de parpadear un par de veces y hallarme sola. Busqué a tientas mi celular en el velador y lo desbloqueé para revisar la hora: las doce del mediodía en punto. Pegué un resoplido, preguntándome cómo es que pude pasar de largo de esta forma y sin sentir a Sasha llegar anoche... si es que había llegado.
Me levanté rápidamente, ocasionando que un pequeño mareo se apoderara de mi cabeza, y salí de la habitación, esperando a que este día fuera definitivamente mucho mejor que el anterior.
Busqué a Sasha por todo el segundo piso: en el baño, la habitación de sus padres, la sala de estudios, y nada. Definitivamente no estaba aquí. Bajé las escaleras apenas, mientras me frotaba los ojos y bostezaba perezosamente. En seguida sentí risitas desde algún lugar de la sala. Seguí los ruidos hasta llegar a la cocina. Niall estaba detrás de Sasha, ambos imitando la más famosa escena de la película Ghost, sólo que, como versión pobre, lavaban los trastos.
—¿Hola? —mi saludo sonó más como una pregunta.
En seguida Niall se alejó de Sasha y volteó hacia mí. Su semblante parecía sobresaltado o, más bien, incómodo. Quise reírme, pero aún estaba bastante cansada. Mi mejor amigo aclaró su garganta sin mirarme a la cara. Lo conocía lo suficiente como para saber que ya estaba probando sus tácticas de cachondeo sobre mi prima. Y yo las había interrumpido. Ups.
—¡Abbie, hola! —él dijo luego.
—Jones, te perdiste del desayuno —Sasha me sonrió mientras secaba sus manos en sus shorts.
—Sí, ya veo... —musité.
—¿Dormiste bien? —ella preguntó.
Estaba a punto de responder, cuando Niall tomó la palabra por mí.
—¿Cómo no iba a hacerlo luego de la visita que tuvo anoche? —y luego agregó alzando una ceja—. Sí, me he enterado de que Liam vino a verte.
—Oh, Niall, cállate —puse los ojos en blanco y me crucé de brazos.
—Hablando de visitas, he invitado a alguien —enfatizó la palabra mirándome fijamente— a venir a las ocho, así que, Abbie, espero que te pongas hermosa.
—No invitaste a Liam —no me respondió, así que yo agregué—: No lo hiciste, ¿verdad?
—¡Por supuesto que sí! —gritó aplaudiendo tan rápido como el batir de las alas de un colibrí.
—Te odio —bufé.
—No, me amas —guiñó un ojo.
Ignoré sus palabras y di media vuelta en dirección al baño, preguntándome por qué de repente me comenzaba a sentir tan nerviosa con la simple pronunciación de aquella visita.

El timbre de la casa sonó exactamente a las siete y media, y miré a Sasha, en el otro extremo del sillón -junto a Niall, obviamente-, indicándole que fuera a abrir la puerta.
—Ve tú —susurró.
—No, tú —susurré de vuelta.
—Querrá verte a ti —otro susurro.
—¡Pero tú lo invitaste! —una exhalación irritada de mi parte.
Los ojos de Sasha penetraron en los míos, como si estuviera a punto de poseerme o lavarme el cerebro, y de alguna forma, aquéllo me convenció de ir a abrir la puerta. La intenté matar con la mirada y me puse de pie, caminando ya hacia la puerta principal. Sentía los rápidos golpeteos de mi corazón, cada uno diciendo "mierda, mierda, mierda...". Abrí la puerta aguantando la respiración y un sonriente Liam apareció delante de mí, logrando que pudiera resoplar con más tranquilidad. Aproveché la oportunidad de darme cuenta de que el sol ya se había ido casi por completo y que algunas estrellas ya estaban alumbrando sobre la ciudad.
—Pensé que era a las ocho —intenté no sonreír.
—Resistí lo que más pude.
Besó fugazmente mi mejilla y se adentró en la casa. Pude sentir inmediatamente el ardor que comenzó a tornarse alrededor de los veloces labios que Liam había marcado sobre mi piel; me resistí a llevar mi mano a ésta. Me volví hacia los demás, que ya estaban saludando a Liam y hablando alegremente. Metí las manos en los bolsillos traseros de los jeans que Sasha me había prestado y caminé hacia ellos.
—Bien, ¿nos vamos? —preguntó Niall.
—¿Dónde? —pregunté yo.
—Al parque de diversiones —respondió Sasha.
—¿Qué? —exclamé, y luego miré hacia mi atuendo—. Pero no ando decente.
—Gracias, prima, ésa es mi ropa.
—No, me refiero...
—Olvídalo, iremos igual —se burló Liam.
Me contuve ante el impulso de poner los ojos en blanco y fui al comedor para tomar mi celular, billetera y las llaves de mi casa en caso de cualquier cosa. Los primeros en salir fueron Sasha y Niall, y cuando yo estuve a punto de partir, la mano de Liam se aferró a la mía, haciéndome voltear.
—Sobre lo de anoche... —musitó—. Lo que dije...
—Oh, está bien —le di mi mejor sonrisa falsa—. Lo hacías para que no me enojara y todo eso.
Hice otro intento de salir por la puerta, pero nuevamente fui retenida por su mano sobre la mía. Suspiré y le miré.
—No, no... Lo decía en serio. Cada palabra —hizo una pausa que se sintió como un siglo—. Pero espero que no te incomodes o algo. Sé que me odias, pero...
—Liam, no te odio —solté una risita.
Esperé a que sus lindas facciones se relajaran antes de poder salir. Me quedé de pie en medio de la entrada, mirando cómo el auto de Niall no estaba por ninguna parte, como tampoco estaba ninguno de los chicos. Me volteé hacia Liam, quien sólo soltó una risita y se encogió de hombros. Crucé mis brazos sobre mi pecho y entrecerré los ojos en su dirección.
—Puedo apostar a que esto fue planeado.
Cerró la puerta a sus espaldas y, sin dejar de sonreír, me guió hacia su moto. Momentos después, mis brazos ya estaba rodeando su torso y mi cabeza estaba protegida por su único casco. Y ya estábamos en camino a nuestro destino.

Troublemaker |payne|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora