XI:¿Dónde estás?

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Heya, adivinen qué, estoy de vuelta (En realidad nunca me fui) Ya quería actualizar este fic, y al fin llegó el momento, espero que les guste.

Ahora, he visto varios que se quejan por la falta de Nicudy en esta historia, los entiendo, lo necesitan, yo también quiero llegar a eso, pero ha que darle coherencia a la historia, uno no se enamora de la noche a la mañana, sean pacientes, llegara (O tal vez no c: ) bueno, los dejo con el capítulo.

La tranquilidad de la noche se vio destrozada con el incesante y repetido sonido de las sirenas; el color rojo y azul pintaban momentáneamente los edificios a lado de las calles, no era un procedimiento de rutina, la conmoción en la ciudad lo demostraba. En las casas y todas las construcciones aledañas los animales se asomaban por las ventanas, incluso salían a la calle, veían las patrullas pasar una tras otra, los autos al frente abrían el paso, los peatones corrían hacia la acera, confundidos, algunos de ellos incluso asustados; habían murmullos entre ellos, se preguntaban qué, cómo, por qué, preguntas sin respuesta clara, meras especulaciones, un asalto, un robo, tal vez alguna catástrofe, pero no había nada en las noticias, todo había sido calma hasta que las sirenas empezaron a sonar en medio de la noche. La prensa recién salía de sus estaciones, tratando de seguir el paso a la innumerable cantidad de policías que ocupaban las calles, normalmente los medios son siempre más rápidos que los servicios públicos ¿Qué era tan importante, tan pérfido que promovía tal respuesta en el ZPD?

En tiempos pasados, tal vez los animales no lo tomarían tan enserio, en la ciudad los crímenes no eran a gran escala, robos, asaltos ocasionales, nada que lograse alterar el orden natural de la ciudad. Con el pasar de los años, los cuarteles del ZPD, habían ganado un prestigio sin igual, no solo por ser la primera organización en incluir animales de todas, todas las especies en sus filas, eran los pioneros de la igualdad entre razas, la precursora de tal iniciativa, fue la ya muy conocida y querida Judy Hopps. El ZPD había ganado un respeto tan grande también debido a la honestidad y la calidad del trabajo en todos y cada uno de sus policías, se habían ganado el derecho de ser tomados en serio, ahora todo animal sabía que el ZPD era algo serio, y si habían movilizado tal cantidad de oficiales a mitad de la noche, sin anunciarse antes, sin siquiera dar tiempo a los medios de reaccionar, la situación estaba escapando a la comprensión de las masas.

El desfile de rojo y azul finalmente terminó, el derrape de las ruedas en el pavimento hizo claro que el viaje había terminado, una por una las patrullas se detuvieron frente a un gran edificio departamental, cerca de las afueras de la ciudad. Las luces seguían encendidas, las sirenas habían dejado de sonar, reemplazadas por los estruendosos gritos de Bogo.

-¡Quiero a todo el mundo en las entradas! ¡Nadie sale de ese lugar!- Vociferaba apuntando a la construcción frente a él.

De todos los vehículos, distintos animales se hacían presentes, equipaban su arsenal estándar, vestían sus chalecos y uniformes respectivos; tigres, lobos, osos, rinocerontes, hipopótamos, todos moviéndose en orden y formaciones, no tardaron en custodiar las potenciales salidas, si alguien quisiera escapar del edificio, tendría que salir por las ventanas superiores.

Nuevamente el rugir de motores se hacía presente en la escena, no por patrullas, pero sí una vista casi igual de impresionante; camionetas, autos, vehículos para animales grandes y pequeños, poco a poco empezaron a llenar el área circundante al edificio, justamente detrás de las filas del ZPD; cámaras, micrófonos, reporteros, distintas cadenas de noticias preparando todo para lo que podía o no ser una historia sin precedentes. A los oficiales pareció no importarles en lo más mínimo la presencia de la prensa, tenían trabajo qué hacer allí, y parecía ser importante.

De entre todos los animales, reporteros o policías, uno resaltaba de entre todos, un pelaje rojizo, hondeado por el viento, ojos color esmerada, fijos en la entrada principal, su andar era firme, mucho más de lo que alguna vez llegó a mostrar en público, o en toda su vida. Su placa brillaba con las sirenas, su uniforme no era el de siempre, ésta vez llevaba consigo un chaleco, igual al de su compañera, igual al de Judy.

Zootopia: Algo más que una esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora