XVII: Lazos

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Gruesos nubarrones cubrían el cielo de horizonte a horizonte, mancillando al completo el firmamento nocturno, ni siquiera la luna era capaz de abrir paso con su brillo entre las nubes, las incesantes gotas de agua que asediaban la tierra, eran únicamente iluminadas por las luces de las sirenas, una secuencia de azul y rojo, repitiéndose una y otra vez pintando momentáneamente las paredes de los edificios aledaños, iluminando los rincones que el alumbrado público no era capaz de esclarecer.

5 animales a la puerta del orfanato, dos de ellos vistiendo uniforme azul, con una brillante placa dorada en su pecho, misma que en tal penumbra, era difícil de apreciar. Mientras que por el otro lado, había un antílope, una cebra, y un ciervo, todos dando la poca información con la que contaban sobre el suceso ocurrido. La señorita Hoofs, de los 3 encargados presentes, era la más angustiada, ¿Cómo no estarlo? Tenía frente a ella al zorro que hacía tan solo un par de días la había amenazado, de una manera muy sutil, había de aclarar, Nick era un policía y sabía bien de lo que hablaba en cuanto le advirtió que de haber otro percance con Keira, podría haber consecuencias muy graves, era algo inevitable sentirse abrumada, la tensión con la que cargaba en ese momento era desmesurada, más aun ya que nunca, ni por el más mínimo momento, la idea de que alguno de sus niños llegase a escapar cruzó por su mente, ella se aseguraba y perjuraba a sí misma que todo lo que hacía por ellos era bueno, se esmeraba en no caer al estereotipo del tétrico y cruel lugar que era un orfanato, buscaba tratar a cada uno de los infantes como parte de su familia, a todos, excepto a una pequeña e indefensa zorrita, ese había sido su más grande error, y ahora estaba repercutiendo, al igual que cuando el mar se retrae para crear una gran y gigantesca ola que azota a la costa. Bastaba con poner atención a la expresión en el rostro de Nick para tenerlo en claro.

-¿Cómo fue que ocurrió?- Preguntaba el zorro, parado con los brazos cruzados, haciendo caso omiso del agua que rebotaba en sus hombros y su cabeza.

-Yo... No lo sé, todos estaban dormidos, de repente la alarma de la puerta se activó- Explicaba la antílope –Seguimos el protocolo, contamos a todos los niños, solo faltaba ella y...-

-Da por sentado que escapó, ¿Qué le dice que otro animal no fue el que entró?- Interrumpió molesto.

-Pensamos en eso, pero las cerraduras no están forzadas, y la llave estaba en la cerradura desde adentro, nadie entró, y no faltaba nadie-

-¿Qué hay de los guardias?- Cuestionó el rinoceronte que acompañaba a Nick.

-Esto es un orfanato, no un reformatorio- Soltó el ciervo, ofendido por el comentario –No buscamos hacer sentir a los niños que están encerrados-

-Pues aparentemente fracasaron en ese aspecto- Agregó Nick.

-¿Qué?-

-De lo contrario, Keira no habría escapado-

Nick y el rinoceronte se retiraron a sus respectivas patrullas, al no tener compañero por el momento, el zorro viajaba solo. Segundos antes de subir al vehículo, fue detenido por una mano que reposó sobre su hombro.

-Oficial Wilde, por favor, encuéntrela- Mustió la señorita Hoofs, ella no podía hacer más nada, y pese a que temía las consecuencias que aún le faltaba por ver, temía más por la vida de la pequeña que se había fugado.

Nick no respondió, simplemente la miró de reojo, y luego abordo la patrulla, se colocó el cinturón, y empezó a conducir rumbo a la estación; hacía pocos minutos que había dado el boletín, Bogo no disponía de muchos oficiales a esa hora, pero había movilizado a cuantos pudo, siempre asegurándose de no dejar la estación vacía, y de manera algo cruel, no iba a enviar a todos sus elementos, solo por una niña perdida, no era falta de sensibilidad, simplemente, era algo catalogado como problema menor, si de un secuestro se hubiese tratado, las cosas habrían sido diferentes.

Zootopia: Algo más que una esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora