Capítulo 38

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La madre del hijo de mi novio, se levanta con furia de su asiento, apartando el carrito para poder acercarse a nosotros sin obstáculos de por medio.

-Furcia. Que solo sirves para robar maridos- se acerca a mi e intenta pegarme pero Cristian coloca su mano entre la de ella y mi cara
-Ni se te ocurra ponerle una mano encima- parece furioso
-Has destrozado una preciosa familia. PUTA- grita la última palabra haciendo que todos o casi todos los presentes abran la boca sorprendidos.

Y es ahí cuando mi padre reacciona.

Se levanta, se acerca y mira fijamente a Silvia.

-Ni se te ocurra hablarle así a mi hija- le dice enfadado
-¿Te tiene que venir a defender tu papá?- cuestiona retoricamente fingiendo pena, y mi rabia está a punto de salir a flote
-Silvia- la nombra Elena captando su atención -fuera de aquí- le señala la puerta con su dedo
-Echas a la que se supone que es tu a amiga- coloca una mano sobre su pecho haciéndose la ofendida
-Eres mi amiga, y Becca también lo es. Me ha demostrado que es una chica que de verdad está enamorada, y es el verdadero amor de mi primo, así que si Silvia, te estoy echando, por su bien y por el tuyo- a todos nos sorprenden sus palabras.

La rubia coge su bolso y su abrigo y se larga dejando ahí a su hijo.

-Por favor señores, aquí no hay nada que ver- pide mi padre intentando que la atención se desvíe a otro tema.

Nos mira a los dos algo sorprendido pero no articula palabra alguna hasta que decide hacerlo.

-Vamos un momento al pasillo- espeta firme.

Empieza a caminar hasta la salida de la sala y nosotros le seguimos hasta llegar al lugar deseado.

-Rebecca, ¿cuánto tiempo, cariño?- su expresión cambia, parecía enfadado y ahora tiene cara de comprenderme, aunque lo prefiero así
-Desde los dieciséis- bajo la cabeza, y noto su mano sobre mi hombro
-O sea, desde que te daba clase- asiento sorprendida por el hecho de que se acuerde de que él era mi profesor -¿Tu eres feliz con él?- me mira a mi y luego a Cristian
-Mucho papá, no sabes cuanto- mis ojos se cristalizan
-Vale- ahora mira a Cristian -y tu eres consciente de que como le has daño a mi princesa, te cuelgo de los huevos a un chopo ¿verdad?- mi novio asiente con algo de temor
-Héctor- mi novio pronuncia el nombre de mi padre y éste enfoca sus ojos en los de él -tu hija y yo estamos viviendo juntos- me sorprendo ante su sinceridad con mi padre
-¿Y estáis bien allí? ¿Tenéis espacio suficiente? ¿Os falta algo? Mirad que si os sentís incómodos tengo contactos y os puedo buscar otra cosa- se acelera hablando y yo niego con la cabeza
- Estamos bien, papá- le regalo una sonrisa tranquilizadora
-Bien, entonces, solo me queda deciros dos cosas- lo miramos atentos -una es que se lo digas a tu madre, ella también merece saberlo- me mira y yo asiento, tiene razón -y la otra es que seáis muy felices, pero teniendo la cabeza sobre los hombros- reímos y asentimos
-Volvamos al banquete, yerno- palmea la espalda de mi novio y yo sonrío.

Menos mal que se lo ha tomado bien.






*****






Llegamos a casa con un cansancio tremendo por el combite y yo con Martín en brazos.

Cristian va subiendo una pequeña cuna provisional para el pequeñín.

-Mira cariño, esta va a ser tu casa por esta noche- le sonrío y el pequeño también lo hace cuando doy un leve toquecito en su nariz -espero que te guste- lo voy meciendo.

El castaño llega por fin al piso y va directamente a la otra habitación que tenemos para dejar ahí la cuna, el carrito, y la bolsa con los pañales, el biberón y demás.

-No sabes que guapa te ves con un bebé en brazos- se acerca a mi y coloca sus labios encima de los míos
-Tu también te ves adorable con Martín- sonrío -mas que adorable te ves como un padre sexy- le susurro al oído y el sonríe pícaramente.

Coge con cuidado a Martín, quien se ha quedado dormido y lo lleva a la habitación.

Sale de ahí juntando la puerta con sumo cuidado y yo le abrazo.

-Te quiero- confieso
-Yo también amor, mucho- fuerza mas nuestro brazo y besa mi mejilla.

Me dirijo a la habitación, me quito el vestido y las medias y me pongo una camiseta de Cristian.

Estoy tan cansada que no me apetece ponerme todo el pijama.

Menos mal que tenemos la calefacción en marcha y no se nota dentro de casa el frío de Enero.

El castaño solo se pone su pantalón del pijama dejando al descubierto su abdomen.

Le miro embobada hasta que me doy cuenta de que está sonriendo con autosuficiencia.

Niego con la cabeza y me tumbo en la cama.

El hace lo mismo y me abraza.

-La boda ha estado bien- comento en medio del silencio que se acababa de formar
-¿Tu crees?- cuestiona irónico pasando su mano por la barba que le está empezando a crecer de nuevo
-Si, a pesar de la acción que ha habido, ha estado bien. Jamás pensé que mi hermano daría el paso- admito recordando como era mi hermano hace años
-¿Cómo era tu hermano?-
-Estaba con cualquier chica en cualquier momento. Pero llegó tu prima y se enamoró- me encojo de hombros
-A mi me pasó algo parecido. Llegaste tú y me enamoré- sonrío y me apoyo en su pecho
-Cristian, ¿qué es lo que hizo que te fijaras en mi?- es algo que le quería preguntar desde hace tiempo y he visto ahora la oportunidad
-Pues te vi en clase, y antes de leer tu nombre en la lista, algo me llamó la atención de ti, no sabría explicar que, pero sentí algo. Estabas con los codos apoyados encima de la mesa mirando a todas partes, también hablabas con Montse y recuerdo un momento en el que te miré y tus mejillas se pusieron rojas al instante.

<<Mas tarde cuando pasé lista, y vi tu nombre, sentí que quería conocerte más. Lo que mas me llamó la atención de tu físico fueron tus ojos, unos ojos preciosos que se encontraban debajo de unas gafas de pasta fina negra, pero aun así dejaban ver lo bonitos que son. Quise conocerte haciendo que te quedaras algún día hablando o buscando cualquier excusa. Las veces que corregía tus exámenes, miraba como en vez de poner Rebecca, ponías Becca y yo recordaba la vez en la que sin querer te tiré al suelo y después, con una sonrisa me pediste que te llamara por el diminutivo.

<<Te veía riéndote con tus amigos, defendiendome en clase o defendiendo tus opiniones. También te observaba cuando hacías uso de tu amiga la ironía como mecanismo de defensa. Vi una chica guapísima tímida e insegura. Recuerdo la vez en la discoteca cuando me besaste y yo cedí dejándote un chupetón en el cuello. No se queda atras el momento en el que en casa, ocultandolo a mucha gente, iniciamos la relación que tuvimos en ese momento.

<<Tampoco me olvido del dolor emocional que debió causarte el hecho de saber lo cabrón que fui. Y siéndote sincero, me rompía el corazón saber que era por mi culpa. Sentí dolor al verte con Iñaki, pensando que ya te habías olvidado de mi, y sentí alegría cuando te vi con mi hijo en brazos, te llevé a casa y en el coche tus ojos recuperaron un brillo que hacía muchísimo que no veía. Me encantó verte en la clínica con Laura y que ella nos dejase a solas para que así decidieses darme una segunda oportunidad.

<<Retomamos esa relación que habíamos tenido hace a penas un año y que yo no había sido capaz de olvidar ni anular de mi cerebro. Y ha pasado un tiempo considerable desde que volvimos a estar juntos. Así que te puedo decir dos cosas sobre eso.

<<La primera es que me has hecho el hombre mas feliz de este planeta, y la segunda es que si tuviera que decirte que algo me llamó la atención de ti. Fuiste tú. Siendo tu como eres. Nada más.

A estas alturas mis ojos se encuentran bañados en lágrimas por todo lo que Cristian me ha dicho.

Y solo puedo decir una única cosa.

Gracias.

Gracias a él por hacerme la persona mas feliz de este mundo.

Lo Imposible No ExisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora